(Texto: Círculo de Patrimonio Cultural) Lo del robo de la escultura y las excusas presentadas tiene tintes de comedia española. Nos referimos al robo de la escultura que se encontraba en la plaza de Diego Díaz Hierro, junto al Instituto La Rábida, que pertenecía como otras al extinto Museo de Escultura al Aire Libre. ¿Qué diría ahora Pepe Noja su promotor o qué tendría que decir aquella Asociación de Amigos de este Museo?.
Por lo leído en prensa las razones de la desaparición fueron un tanto truculentas y escasamente creíbles. Según narra Huelva Información, los hechos comenzaron con un aviso a la Policía por parte de un ciudadano que descubrió que la obra estaba caída en el suelo. La Policía avisó a un técnico del Área de Infraestructuras del Ayuntamiento y este técnico municipal se lo comunica a la empresa de cerrajería que trabaja con el Ayuntamiento para que los encargados la retiraran y se la llevaran.
Esto ocurría el 15 de octubre y la noticia que esclarece el asunto es del 20 de octubre. Durante cuatro o cinco días que todos pensábamos en era un robo, tanto que el propio Ayuntamiento interpone denuncia el 17 de octubre. La cronología de este extraño caso que podemos calificar como el ‘robobo’ de la escultura es fácilmente recuperable con la lectura de las noticias aparecidas en los medios.
Al parecer según narra la noticia del sorprendente hallazgo de le escultura desaparecida y hallada milagrosamente, es que nuestros responsables políticos desconocían estas incidencias. Ya para rematar la comedia la misma noticia asegura que los daños están en proceso de valoración por la empresa de cerrajería… ahora nos enteramos que los cerrajeros, profesión muy necesaria y respetable, son los encargados de valorar, diagnosticar, prescribir e intervenir en el tratamiento a elementos pertenecientes a nuestro patrimonio cultural. Suponemos que el caso del «Ecce Homo » de Borja parte de circunstancias donde los responsables de esas obras de arte desconocían como nuestros municipes a quien corresponden esas labores.
No sabemos lo que pensaran los restauradores de arte y para que han servido los años de estudio en la facultad o su experiencia profesional, si al parecer estas labores las puede realizar como en este caso un cerrajero. Por nuestra parte en un escrito presentado el pasado viernes solicitábamos información al Ayuntamiento sobre qué técnicos eran los que llevaban los tratamientos de conservación y restauración de estos bienes culturales.
Cuando todo este desatino termine y cuando nuestros munícipes encarguen la restauración de este bien patrimonial, la obra volverá a estar expuesta en la plaza junto con las otras que tristemente la acompañan cargadas de las humillantes pintadas de las que cotidianamente son objeto. Si unos responsables municipales se toman tan poco en serio el tratamiento patrimonial de estos bienes difícilmente el personal puede aprender a a valorarlos y respetarlos como merecen.