(Texto: juan Andivia) Salí de un grupo de wasap de mis compañeros de bachillerato en el que se insistía en el poder de los jubilatas, por su número; se vindicaba la subida de las pensiones, pero también reducir el sueldo de los diputados, anular privilegios y una lista de medidas que llevaban a la anulación de la política o a la necesidad de que nadie se dedique a ella; es decir, que alguien o algunos (oligarquía) nos lo den todo decidido.
Los compañeros de generación caían en dos trampas: la primera pensar que esto, lo que tenemos, no es una oligarquía, que ya es ser inocentes y, la segunda, creer que la edad es un factor que puede unir a las personas.
Pues ya hay dos partidos, supuestamente políticos, que tienen como aglutinante nada más que la edad, aunque ellos crean otra cosa: El Partido de Jubilados y Pensionistas de España (PJPE), inscrito en el registro de formaciones políticas el pasado 27 de septiembre y con sede en Valencia y Tercera Edad en Acción, registrado el 21 de mayo y con razón social en Alicante. El primero está en facebook, donde puede leerse “Un Partido Social, sin vinculación a ninguna agrupación política, asociación, sindicato o creencia religiosa” y el segundo anuncia en su web que es de ámbito nacional, que tienen mucha experiencia en otras profesiones y que son generosos; mire usted qué bien.
Es decir, el PJPE es un partido que no tiene ideas, ni se vincula a nada ni a nadie, o sea, que no es un partido, pero sí lo quiere ser, descafeinado, laico (ah, no, que es una creencia en la no creencia); pues no sé quiénes pertenecerán si cumplen, de verdad, esas condiciones, obviamente falsas. Y en acción quiere mejorar la vida de las personas, pero no dice cómo, que es en realidad en lo que consiste el gobierno de la polis. Añade que respetan “todas las ideologías existentes, pero, a la recíproca, exigimos el respeto a nuestras ideas”, pero cuáles, me pregunto.
Sin duda hay que destacar la originalidad en el empleo del tiempo libre: no más dominó, menos piscina, menos llevar y recoger siempre a los nietos, que hay asambleas que no se pueden programar; ni más cafés con las descreídas aquellas; y los paseos matutinos, más breves, que hay que preparar las reuniones y hacer campaña.
Quienes decían que eran apolíticos tienen ahora su partido, con estatutos y todo y con el fin de presentarse a las elecciones europeas, no sé si también a las andaluzas. Por tener tienen hasta campañas maliciosas en su contra, ya que el mismo día que un amigo me comunicaba, creo que con ingenua alegría, que ya existía, otro me avisaba (me tiene metido, sin piedad, en una lista de difusión con sus correligionarios) que era una estrategia de Podemos.
De verdad que no deberíamos dar este ejemplo a los más jóvenes, aunque sea evidente que la lucha no es sólo por las pensiones actuales sino, sobre todo, por las de nuestros hijos y nietos. Pero, queridos coetáneos, si hemos tenido siempre ideas diferentes, si hemos votado a formaciones opuestas, si nos irritan cosas dispares, si somos católicos, ateos, pro y anti algo, personas pensantes, cómo aunarnos ahora sólo por querer que el llamado estado de bienestar se mantenga; ¿no veis los informativos? Ah, que sólo ve usted El Intermedio; ah, que sólo ve Intereconomía. Y quieren que marchemos juntos en un partido político que no es partido, ni político; hay que ver, hay que ver. Tan mayores.