El coronel jefe de la Comandancia de Huelva, Ezequiel Romero, y el teniente coronel de la UCO, Jesús García, han ofrecido este miércoles una rueda de prensa en Madrid para explicar algunas de las circunstancias en las que se produjo el asesinato de Laura Luelmo en El Campillo, aunque visto como ha transcurrido la comparecencia de ambos mandos ha dado la impresión de que su presencia ante los medios tenía como fin último el justificar por qué no se detuvo antes a su asesino, Bernardo Montoya, a pesar de sus antecedentes, tras las críticas vertidas en algunos medios.
La Guardia Civil no detuvo a Montoya hasta el martes día 18, aunque el viernes 14 se sabía de sus antecedentes y que acababa de salir de la cárcel hacía solo unos meses. Todo apuntaba a Montoya, tal como han reconocido ambos mandos, pero «al principio no había evidencias» ni pruebas que lo incriminaran, solo sus antecedentes. Además, existía la posibilidad de que la joven profesora se encontrara retenida en otro lugar que no fuera la casa donde vivía Montoya, donde era «alto improbable» que la pudiera tener.
Lo que llevó a la detención de Montoya el martes fue «que se estaba ya realizando un registro de su casa, se encontraron restos biológicos y el que abandonara el coche en el que era seguido para meterse campo a través». El teniente coronel García se ha preguntado en voz alta si antes se pudo realizar «un registro voluntario» y la respuesta que ha dado ha sido concluyente: «Sí, es posible que se hubiera podido hacer, pero no se hubiera encontrado nada».
No se hubiera encontrado a Laura porque, según la investigación de la Guardia Civil y el relato de los hechos que realizan los investigadores, Bernardo Montoya condujo el cuerpo de la profesora hasta el monte sobre las 18.10 horas del día 12, cuando un vecino asegura que vio al asesino confeso con el maletero abierto de su coche en la puerta de su casa. Antes, a las 16.22 horas, Laura había enviado un whatsapp a su novio, en el que le decía que iba a salir a correr. Posteriormente, a las 17.20 horas, Laura estuvo en el supermercado y desde allí se dirigió a su casa.
Por tanto, según la Guardia Civil, fue entre las 17.20 horas y las 18.10 horas cuando Bernardo Montoya la tuvo retenida en su casa. En la casa le ató las manos y le tapó la boca, tirándola al suelo. En el forcejeo Laura le dio una patada a su agresor en las costillas (fue al día siguiente al centro de salud para que lo atendieran por ese golpe) y es entonces cuando Montoya la estrella contra el suelo, provocándole la herida de la cabeza. Montoya se asusta y decide llevarla hasta una zona de monte, donde la desnuda de medio cuerpo para abajo y abusa de ella.
El registro minucioso del martes de la casa de Bernardo Montoya sí que evidenció que Laura Luelmo había estado en la casa, ya que además de algunos productos que había comprado ella en el supermercado, se encontraron restos de sangre.
La hipótesis que maneja la Guardia Civil no cuadra con el avance de la autopsia, ya que los investigadores creen que Laura Luelmo murió la noche del 12 al 13 de diciembre, es decir horas después de ser arrojada por Montoya en el campo. Sin embargo, consideran que la autopsia definitiva aclarará con mayor exactitud este extremo. De lo que sí están seguros es de que la joven profesora no fue consciente de lo que le pasó a partir de recibir el golpe en la cabeza, lo que se explica por la posición de las piernas cuando fue encontrada. Laura no sufrió y tampoco debió sentir el frío intenso de la madrugada, si estaba viva no estaba consciente.