(Firma: Paco Velasco) Por muchas razones, -una muy personal-, el doce de febrero agita mi desventurada memoria. Sin embargo, iré directo a la significación política. El 12 de febrero de 1974, Carlos Arias Navarro presidía el Gobierno de España. Ese día, Carlos Arias, representante de lo que venía a denominarse el “búnker”, nos dejó a todos helados. Su discurso abría una brecha en el franquismo más inmovilista: puso las bases para una ligerísima apertura del régimen.
El 12 de febrero de 2019 se prevé el inicio del proceso a los políticos catalanistas presos acusados de varios delitos, sobre todo el de rebelión. El juicio va a poner en valor la fortaleza del sistema. Ojo, no del régimen dictatorial. Del sistema democrático. Así está escrita la ley. A su través, la democracia debe defenderse de sus más feroces ofensores: etarras de la kale borroka, comandos nazis de Arran y CDR, sanchistas sin escrúpulos y podemitas caciques. Cualquier desafío a nuestra Constitución preludia el caos y, en ese caso, parafraseando a Goethe, “Prefiero la injusticia al desorden” porque la peor guerra es la que se aborda demasiado tarde.
El Tribunal Supremo mostrará su sapiencia cada vez que no otorgue categoría definitiva a respuesta alguna. No me vale la idea de ciertos sujetos que aluden a la insuficiencia de la ley y acuden a la venganza. Que sí, que será justicia natural pero nunca legal. La ley no intimida sino al delincuente. A los demás, nos basta con respetarla.
El espíritu del 12 de febrero de 1974 supuso el principio del fin del régimen caudillista. El del 12 de febrero de 2019 debe constituir la losa que sepulte definitivamente ese régimen dictatorial que quieren imponernos los golpistas de la Generalitat con la complicidad de sus fuerzas económicas y mediáticas. Espíritu de libertad, de tolerancia, de diversidad. He ahí la democracia, el sistema.