(Firma: Carmen Ramos) Aquella tarde de finales de mayo hacía mucho frío. Increíblemente hacía frío y muchos de los asistentes a aquel evento terminamos constipados. La razón que nos movió a pasar la tarde fuera de casa, fue que en una pequeña carpa de la periferia de la Feria del Libro había una lectura de poemas a cargo de Pilar Adón. Pilar además de escritora es traductora y editora, responsable junto a Enrique Redel de Impedimenta, sin duda uno de los mejores catálogos en el panorama editorial español. Dice de ella misma que la literatura la persigue, que su vida discurre entre libros. Pilar es de esa clase de personas que saben de poesía y cuando la escuchas parece tocar cada palabra con la punta de los dedos. ¿Piensan que aquella pequeña carpa a la que una corriente de aire sacudía sin piedad estaba a reventar? No. Eran las nueve de la noche, hacía frío y éramos aproximadamente unas quince personas, quince afortunados que tuvimos la enorme suerte de escuchar leídos por su autora los poemas de “Las órdenes”. En poesía nos pasa un poco como en ese dicho que dice que mientras cuando el sabio apunta a la Luna, algunos solo ven el dedo.
La edición de libros de poesía se ha multiplicado exponencialmente en los últimos años, debido entre otras cosas al abaratamiento de los costes y a la irrupción de Internet en nuestras vidas. Es, sin duda, el género más fácilmente publicable. Sin ir más lejos, en nuestra querida Huelva en los últimos años hemos visto nacer y crecer varias editoriales de poesía. Mi amiga Mariví y yo nos preguntamos a menudo si habrán crecido en la misma proporción los lectores. No osamos a dar una respuesta en voz alta por no tener datos a los que echar mano, pero si la verbalizáramos estoy segura que ambas daríamos la misma respuesta. Otro amigo me dijo un día que había hecho un aforamiento de cuántos poetas existían en la provincia. Le había salido el número de 120 aproximadamente. Yo imaginé que en la próxima lectura a la que asistiera, al menos la mitad llenarían el local. Pero me equivoqué: no fue ni la cuarta parte, ni el diez por ciento. Hacía frío. O quizás hacía calor. O se habían quedado mirando el dedo, quien sabe.
También nos quedamos mirando el dedo cuando hablamos de los cuidados, que es el tema que tan acertadamente trata Pilar Adón en “Las órdenes”. Dividido en tres partes, el libro va conjugando poemas más o menos largos con micropoemas, pequeñas astillas que se te clavan inesperadamente en los dedos. Dice Pilar cosas como “El silencio nunca es tan grande como cuando algo lo rompe” o bien “Una mujer pobre con un niño en brazos es una mujer dos veces pobre” o algo tan sencillo y maravilloso como “Esto espiritual que ves en mí es miedo”. Para llegar a estos versos la reflexión ha tenido que ser honda y dolorosa, poner el foco donde nadie lo pone: en el cuidador, normalmente una mujer; en quién la cuida; en quién nos cuidará a los que no tenemos quien nos cuide. Llega la autora a desear, en un poema que ha llegado a hacerse viral, “seguir siendo hijas”. Con este libro hacemos un viaje por las relaciones familiares, por la enfermedad, por el miedo. Y sin embargo es un libro donde todo es medido y dulce, sin estridencias, sin exagerados llantos. Vamos pasando por sus páginas como pasamos las de un viejo álbum de fotos. En la última parte, que se inicia con los versos “En medio del silencio, el oído humano inventa una música”, Pilar Adón nos muestra su particular mapa de sonidos: Alice Oswald, Katerine Mansfield, Trini, Puri, Pilar. Como ella misma dice “mujeres que rezan. Mujeres que fuman.” La Luna, ahí está la Luna.
“Las órdenes”, de Pilar Adón está publicado por “La Bella Varsovia”.