Mi nombre es Lola Camacho, soy vecina de Huelva y quiero aprovechar esta oportunidad para exponer públicamente una situación que llevo sufriendo desde hace mucho tiempo y considero totalmente injusta .
Hace casi 31 años vino al mundo mi hija Lorena, y desde entonces nuestra lucha ha sido constante. Una deficiente atención médica en su nacimiento le produjo daños cerebrales irreversibles, convirtiendo su vida en una difícil batalla sólo suavizada por una voluntad y una vitalidad constante que han posibilitado el milagro de convertir la oscuridad en luz, y las lágrimas en sonrisa.
Aunque acompañada con una silla de ruedas y sin poder hablar, ha conseguido llegar al corazón de cientos y cientos de personas gracias a esa capacidad de superación que plasma en forma de libros de diversas características, desde autobiográficos como historias de amor, pasando por su gran pasión que es la poesía.
Nada ni nadie impide que mi hija desarrolle su sueño de transmitir todo aquello que su voz no le permite pero su corazón grita, ni siquiera la dificultad de tener que trabajar en sus proyectos con la ayuda de la tecnología y su nariz.
La música ha jugado un papel muy importante en la vida y desarrollo de Lorena, especialmente las canciones compuestas por su ídolo Manuel Carrasco, al que procesa una devoción sin medida.
Una de sus principales aficiones, como a cualquier joven de su edad, es ir a conciertos y disfrutar de unas horas de melodía que le permiten escapar de problemas, desilusiones o miedos y convertirlos en fantasías, vivencias e ilusiones. Ese ha sido y será siempre mi objetivo como madre, llenar su mochila de vida, de momentos de felicidad y sueños cumplidos.
Sin embargo en cada concierto nos encontramos con el mismo problema; una situación totalmente injusta que quiero exponer, teniendo como principal objetivo que se solucione, y no sólo por mi hija, si no por todas aquellas personas que deben luchar contra estas desigualdades.
Los espacios reservados para personas con discapacidad se caracterizan por estar tan alejados del escenario que, en muchas ocasiones, ni siquiera percibimos la música con claridad y por plataformas cuya escasa altura provoca que la visibilidad sea nula.
No quiero privilegios, sólo quiero igualdad. Y mi petición se basa en hacer extensible las opciones de poder adquirir entradas Premium cerca del escenario o entradas generales a menor precio mas alejadas a todas las personas con zonas adaptadas en ambos lugares. Si no puedo permitirme el precio de las mismas, entenderé que debamos conformarnos con las entradas más alejadas, pero quiero poder disfrutar de esa opción, como puede disfrutar cualquier persona. Lorena y todos aquellos a los que la vida se les presenta diariamente como una dura batalla, tienen el derecho de poder disfrutar de las mismas ilusiones, sueños y metas que el resto de personas.
No os podéis imaginar el dolor como madre cuando el entusiasmo, alegría y felicidad con la que mi hija entra en los conciertos se convierte en frustración, decepción y tristeza cuando no puede disfrutar de ellos.
Ojalá algún día pueda conseguir un trato igualitario y justo. Ellos se lo merecen.
Muchas gracias.