16 noviembre 2024

VENTANA DEL AIRE: El descanso de Bécquer

(Firma: Juan Andivia) Un día como hoy, veintidós de diciembre, hace ciento cuarenta y nueve años, fallecía Gustavo Adolfo Bécquer. A los treinta minutos de su muerte, se produjo en Sevilla un eclipse total de sol.

Tres meses antes, había muerto su hermano Valeriano, ‘con quien tanto quería’; y un enfriamiento lo llevó a la tumba del Patio del Cristo de la Sacramental de San Lorenzo y San José de Madrid.

Parte de la sociedad hispalense de la época no quería que sus restos vinieran a Sevilla y hasta 1913 no llegaron junto con los de su hermano, reposando primero en la cripta de la Anunciación y, desde 1972 en el Panteón de Sevillanos Ilustres, que se encuentra en la actual Facultad de Bellas Artes, de la calle Laraña, a dos pasos de La Campana, en el centro de la ciudad.

Pero no fue este inconveniente el único. El día de su llegada llovía tanto que los dos féretros tuvieron que quedarse en la capilla de las Siete Palabras, en la iglesia parroquial de San Vicente, la noche del diez de abril, para reanudar su camino un día más tarde.

Hoy se da por sabido, para quienes creen y pueden o quieren creer en estas cosas, que los sucesos sobrenaturales continúan con el poeta en su descanso, sin menospreciar los escritos en papeles diversos y flores secas que también le acompañan. Dicen que en el parque de Mª Luisa, en su famosa glorieta, cuando se respeta, también se depositan cenizas mortuorias, además de poemas propios y ajenos: Parece que hay quienes pretenden obtener la aprobación del autor cuyos versos han usado alguna vez casi todos los enamorados.

Sin embargo, los hermanos Bécquer no están tranquilos. Hay una cripta bajo la facultad donde se aparece un espectro que se ha identificado como el de Cecilia Böhl de Faber (1796-1877), más conocida como Fernán Caballero que, tras su segundo matrimonio, fijó su residencia en Dos Hermanas y que fue trasladada en 1999 desde el cementerio de San Fernando al pabellón citado.

Además de otras fantasmagorías, cuentan los expertos, que en 2004 hicieron un gran trabajo de campo, las repentinas bajadas de temperatura, las psicofonías que dicen “Iros de aquí” y lo que le pasó a un empleado descreído que un día oyó “Ahora no te ríes”, mientras se asfixiaba y veía una sombra borrosa.

En 1857, G.A. Bécquer escribió “Historia de los templos de España”, en la que estudia el arte cristiano español, uniendo el pensamiento religioso, la historia y la arquitectura, siguiendo probablemente a Chateaubriand en “El genio del cristianismo», de 1802; pero este acercamiento a la religión oficial duraría poco, ya que pronto sus amigos Manuel de Assas, profesor de sánscrito en la Universidad Central de Madrid, que le ayudó en la obra citada y Juan de la Puerta Vizcaíno, codirector del proyecto, pudieron hacerle llegar la información necesaria sobre el hinduísmo y la cábala hebrea, además del plotinismo, la gnosis y otras religiones que ya mencionaba en “Historia”…También Luis González Bravo, el ministro que le protegía y que le nombró censor de novelas, masón relacionado con los rosacruces, influiría en el conocimiento de lo esotérico que se deja traslucir en “Las Leyendas” y en la introspección psicológica de las “Rimas”.

Además de las lecturas de los grandes autores de la época y de los volúmenes de la biblioteca de su madrina doña Manuela Monnehay, Bécquer profundizó en estos temas, sin olvidar los famosos dibujos satíricos e irrespetuosos que realizó, junto con su hermano, sobre la situación política del momento y, especialmente, sobre Isabel II.

Quizá por eso la ciudadanía más rancia del siglo pasado no vio con buenos ojos que los hermanos Bécquer reposaran en Sevilla, la misma ciudad que oyó los acordes del órgano de Santa Inés, tocado por el Maese Pérez ya fallecido, que ha abandonado la Venta de los Gatos y que ahora presume de uno de sus hijos más insignes.

2 comentarios en «VENTANA DEL AIRE: El descanso de Bécquer»

  1. Interesante su artículo. ¡Podría escribirse tanto sobre Don Gustavo Adolfo! Hay un librito de Manuel García Viñó, «El esoterismo de Bécquer», dedicado a «lo oculto» en la obra y vida del poeta, muy recomendable.

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