(Firma: Fermín Cabanillas) “En los dos días que mi madre ha estado ingresada, no nos han informado como debe ser de su estado. Nadie nos contaba nada, y ahora nadie nos hace las pruebas para saber si tenemos coronavirus”. Es el relato de Rosa, la hija de Ángeles Álvarez Lorenzo, una mujer de 67 años que fue recogida por una ambulancia el pasado sábado en su casa de Huelva con síntomas de una enfermedad provocada por el coronavirus, que falleció ayer lunes por la tarde y que hoy ya ha sido incinerada.
Rosa ha narrado para esta redacción el calvario que ha sufrido la familia desde que el pasado sábado llamó al 061 para que fuesen a buscar a su madre a su piso de la calle Isla Cristina de la capital onubense.
“Llamé el sábado a las 14:40 aproximadamente. Mi madre presentaba problemas respiratorios, glucosa muy alta y tensión muy baja. La ambulancia llegó casi una hora más tarde y nos trasladaron al hospital Manuel Lois para una valoración. El oxígeno estaba al 62 % y le escultaron el pecho y no le gustó el ruido. Le pusieron oxígeno y nos trasladaron al hospital Juan Ramón Jiménez. A las 18:30 me dijeron que para asegurarse los médicos, mi madre entraba en un protocolo del coronavirus, que le harían radiografía de tórax y la prueba del virus. A las 22:00 no me llamaba nadie y entré a preguntar por mi madre y salió una médica y me dijo que se quedaba, de momento. Estaba estable y pasaría a la tercera planta aislada con oxígeno. Que un médico nos llamarían por teléfono y nos mantendrían informadas”.
A la una de la madrugada aproximadamente del domingo “recibimos esa llamada y nos dijeron que mi madre estaba muy muy grave, tenía una neumonía muy grave bilateral con filtraciones en los dos pulmones, y estaban valorando si meterla en UCI o no, pero que de esta probablemente no saliese y pintaba que fuese coronavirus”. No volvieron a decirnos nada hasta las tres y cuarto de la tarde del domingo. El lunes a las 9.30 nos llamó el médico para decirme que estaba mal, empeorando. Creían que le había dado una trombo en el pulmón, el corazón lo tenía mal, que era una paciente con muchas patologías… A las tres de la tarde nos avisan de que no cumple requisitos para entrar en la UCI y dos horas más tarde nos llaman para decirnos que ha muerto”.
“Es mentira que haya un teléfono para informarnos a los familiares. En estos días he podido llamar 30 veces y nadie lo cogía. Estoy segura de que le han quitado el sonido. No es humano que a alguien lo ingresen, tengan a alguien de dos a tres horas esperando un resultado para saber si su neumonía es de coronavirus. A las tres horas te manden para casa, te digan que te llaman de madrugada si es precioso, pero hasta el día siguiente a las tres de la tarde nadie me llamó, y fue para decirme que mi madre estaba mal, que nos preparáramos”, explica.
Asegura que lo lógico es “tener una atención telefónica a familiares de las personas ingresadas. Sé que los médicos se han portado todo lo bien que han podido, pero qué menos que tener a una persona aunque sea por turnos atendiendo a las personas que tienen a seres queridos allí. Esto es una pandemia, es algo muy grave, y los familiares tenemos derecho a saber cómo está el paciente por lo menos dos tres veces al día”
Asegura que el estado de nervios en la familia es tal que “daban ganas de perder los nervios, abrir la puerta de la UCI y entrar para ver si tu madre estaba viva o muerta”.
Su madre murió a las 17.00 horas de ayer lunes. La han incinerado este martes a las 9.00. “Para eso sí se han dado prisa”, lamenta.
Pero ahora, sigue el drama. Rosa tuvo contacto con su madre el sábado. Su padre vivía con ella. Con 73 años y una enfermedad pulmonar crónica, ninguno de los dos sabe si tiene coronavirus. Llevan desde el domingo pidiendo el test y aseguran que nadie les atiende.