La Unidad Asociada CSIC-UHU “Contaminación Atmosférica” de Huelva ha podido constatar la mejora en la calidad del aire durante este mes de confinamiento a causa de la pandemia de Covid-19. Así lo ha confirmado su responsable, el catedrático de Petrología de la Universidad de Huelva (UHU), Jesús de la Rosa, que asegura que se ha producido una reducción generalizada de los distintos contaminantes a causa del parón en el uso de vehículos, como se ha podido comprobar en los medidores con los que cuenta la Red de Calidad del Aire de Andalucía en la Onubense, situados en el Campus de El Carmen, en La Rábida y en las instalaciones del CIECEM, en el Parque Dunar, de Matalascañas.
Según las mediciones recabadas, si se compara la situación de este mes de confinamiento con marzo de 2019, se puede concretar que este periodo “ha supuesto una reducción del 33% de partículas PM10 (Material Particulado Atmosférico) y de un 40% en Nitrógeno (NO2), situándose en niveles muy parecidos a los que podemos tener en Huelva un día de verano en el que se usa poco el coche, como puede ser un fin de semana”.
Un panorama muy similar al que presenta el resto de Andalucía, donde se han tomado medidas en 19 estaciones, la mayoría de ellas situadas en un ámbito urbano, industrial y de tráfico. En concreto, en el caso andaluz, este mes de confinamiento ha supuesto una reducción del 56% de la presencia de NO2 en el aire en comparación con el mismo periodo de 2019.
Para Jesús de la Rosa, “esta reducción en Andalucía, por tanto, se asemeja a los números que se barajan en las grandes ciudades, como Barcelona o Madrid. Realmente, estamos a niveles muy, muy bajos en cuanto a NO2, inferiores en promedio a 10 microgramos por metro cúbico (?g/m3). En concreto, en partículas inferiores a 10 micras, y salvo el que tuvimos el día 18-19 de marzo, que hubo una intrusión de polvo sahariano que superó hasta tres veces los límites legales diarios de 50 ?g/m3, en partículas PM10, hemos descendido un 30%, un dato muy destacado, que refleja que ya no es solamente el tubo de escape del vehículo, que contiene este tipo de partículas, sino también lo que son las demoliciones, el trasiego del tráfico, las de suspensión del polvo de rodadura en la carretera, etcétera”.
En cuanto al ozono, los datos arrojan una tendencia ascendente, pero, tal y como concreta este investigador de la UHU, “es la misma que estamos observando en el año 2019 y, ahora, aproximadamente, supone un incremento del 6%, pero coincide con un contaminante secundario. Lo que sí vemos es que uno de los precursores ha bajado, un dato asociado al descenso de NO2”.
En general, una diferencia que presenta Huelva con respecto a la situación andaluza es que se ha registrado hasta 10 días, desde el 15 de marzo, el impacto de SO2 industrial, poniéndose de manifiesto que “la industria está activa y, dependiendo de la meteorología, de las horas de emisión y, sobre todo, de la capa límite, hace que los impactos entren en la ciudad”.
Excelentes datos para los enfermos de Covid-19
Para Jesús de la Rosa, el contar con un aire limpio es una muy buena noticia, teniendo en cuenta que “existe una relación directa entre la mortalidad y las áreas donde ha habido una mala calidad del aire, tal y como han demostrado autores de universidades tan prestigiosas como Harvard, que han realizado un estudio en este sentido a nivel de Estados Unidos, englobando más del 95% de los condados del país. Por ello, el tener ahora mismo un aire limpio es vital, sobre todo, para salvaguardar los posibles casos de crisis con neumonía que puedan tener los enfermos de Covid-19. Porque este tipo de pandemias se ceba sobre personas que tienen procesos pulmonares. De hecho, está coincidiendo que es en las grandes ciudades, como Madrid o Barcelona, donde se están produciendo mayores tasas de mortalidad, aunque también es verdad que son las urbes con mayor población. En cualquier caso, el virus está afectando especialmente a personas que han tenido un proceso pulmonar grave”.
A modo de conclusión, como responsable de la Unidad Asociada CSIC-UHU “Contaminación Atmosférica”, De la Rosa considera que esta situación nos puede ayudar a aprender en muchos sentidos y a comprobar que es posible tener un aire limpio en el siglo XXI a través de un cambio de hábitos, como “el utilizar el vehículo propio lo menos posible, apostando por el transporte público y haciendo uso de coches más amigables con el medio ambiente. Es decir, podemos tener un aire limpio y, para ello, debemos hacer uso del vehículo de la mejor manera posible. Y, por supuesto, las emisiones industriales implicarse más en los procesos productivos, utilizando las mejores tecnologías posibles para evitar este tipo de impacto sobre las zonas urbanas próximas”.