Altiva y orgullosa caminabas.
Sin mácula ni defecto te creías.
Rezumabas ciencia, cultura, arte y según la situación lucías abalorios o joyas de exposición.
Risueña destrozabas a la sombra tu fulgor, escondiendo bajo alfombra tu vasta degradación.
Te sentías poderosa, única, fuerte e imbatible.
Desconocías tu debilidad, ignorabas tu endeblez, maldito talón de Aquiles, qué sensible fue.
¿Cómo luchar con un enemigo que no se puede ver y ataca sin compasión?
Caíste herida, tu mundo se derrumbó, cada parte de tu todo, henchida se estremeció.
Tu bravura doblegó, dudaste y tuviste miedo, esa fue tú perdición.
El dulce brillo de tu sueño pasó a amarga oscura pesadilla convertida en dolor.
Escondida en madrigueras lloraste, reíste, bailaste, creaste, pensaste e imploraste en nombre de cada dios.
Tus heridas laceradas las intentaban curar héroes, heroínas, voluntarios y gente profesional, a la vez que las infectaban estafadores, tramposos, perturbados y chusma de juicio banal.
Cuando te levantes y vuelvas a caminar, tus alfombras, sin duda, tendrán mucho más que tapar.
Volverás a correr, te lo puedo asegurar, pero mirando siempre hacia atrás.
Tal vez te convenga cambiar, jarabes de modestia, autocrítica y humildad.
Tú sabrás humanidad.
(Firma: Federico Soubrier)