El inicio de la Fase 1 de la llamada desescalada en Huelva ha sido el del reencuentro de la vida ciudadana en la calle a unos niveles que cada vez se asemejan más a lo que era la cotidianidad de las calles de la capital onubense hasta mediados de marzo.
Aunque la mañana ha amanecido con amenaza de lluvia y viento, conforme ha ido transcurriendo el día los claros se han abierto paso y las terrazas de los bares y restaurantes que han dado el paso adelante de no seguir cerrados han comenzado a tomar actividad, aunque solo haya sido para tomarse un simple café. Había ganas y también alivio por hacer algo tan simple.
Las calles del Centro de Huelva han vuelto a parecerse por momentos a como eran hace dos meses, aunque todos sabemos que la realidad es bien distinta. Han abierto terrazas con menos mesas y muchos comercios, que de esta forma han querido sumarse a lo que se ha dado en llamar nueva normalidad.
Preparativos en gimnasios, también listos para abrir, y un movimiento en la calle que daba la impresión de normalidad, de que aquí no hubiera pasado nada, salvo por los muchos onubenses que llevaban sus caras semitapadas con mascarillas. De no ser por ese detalle, tan evidente, como por los dribling de unos a otros para mantenerse a dos metros de distancia, cualquiera hubiera dicho que la vida seguía tal cual. Y la verdad es que la vida sigue, aunque hay que rendirse a la evidencia de que todos hemos cambiado, sin quererlo, inconscientemente si se quiere, por el miedo o el terror que produce lo invisible, lo que nos acecha sin que seamos capaces de percibirlo.
Quizás el próximo lunes, segundo lunes de desconfinamiento, una palabra que da la impresión de que todos vamos cuesta abajo, sin saber donde, sea aún más ‘normal’. Este no ha sido sino el primero de la ‘nueva normalidad’, de esa normalidad que nos parecía aburrida, tal vez, hace dos meses, y que ahora tanto echamos en falta.