(Firma: Emilio Marín) El cierre de empresas, el paro, la precariedad laboral, la economía sumergida, la inmigración…todo lleva a un incremento alarmante de la pobreza, de la que Huelva es un triste exponente. Por todo ello, la puesta en marcha del Ingreso Mínimo Vital resulta un salvavidas para todos aquellos que se ven afectados sin distinción de raza, religión o procedencia. Los comedores de Caritas, el economato Resurgir, el Banco de Alimentos o Voces del Conquero son testigos cada día de las personas que pasan por allí en busca de respuesta. “Esta ayuda es un gesto muy importante, nos ayuda y anima” ha dicho una de estas personas que llevaba una bolsa.
De hecho ningún partido ha dado el no en el Congreso de los Diputados al decreto de aprobación, pese a los chistes soeces de la extrema derecha (“paguita”). No han querido enemistarse con aquellos que lo han perdido todo.
Pero la pobreza está ahí. En la Orden, Los Rosales o el poblado chabolista de las Metas. Y el estigma de la aporofobia como fenómeno dañino cargado de un pasado ideológico totalitario.
Como expresa Mahatma Ghandi : “La pobreza es la peor forma de violencia”.