(Firma: Javier García-Baquero) Ficha Técnica: Corrida de la pandemia. A media plaza obligada por circunstancias, unas 4.000 personas. Toros de Núñez del Cuvillo Primero manso y rajado, segundo sin fuerzas ni muchas ganas de pelea, tercero, bravucón con posibilidades, cuarto el mejor del encierro noble y repetidor; quinto, marmolillo mal entendido; sexto, desclasado y aburrido. Miguel Ángel Perera, ovación tras aviso y dos orejas. Cayetano, ovación tras aviso y ovación. Pablo Aguado, ovación y silencios tras dos avisos. Profesionales de Huelva pasearon antes del festejo por el ruedo reivindicando sus vapuleados derechos.
Comentario: Y fueron los toros, en época de epidemias y miedos. El abajo firmante reconoce que nunca creyó mucho en estas fórmulas, pero hubo toros en La Merced coincidiendo con las fechas en que se hubieran celebrados las fiestas Colombinas 2020. No hay “Tío del Turrón”, ni ponche El Navajazo, ni los coches topes, ni muñecas chochonas. Hay mascarillas, geles y ciertas distancias de seguridades ficticias. Hay abrazo, besos y roces, somos así y “tienes que comprender que mis costumbres son esas y no las voy a perder”.
Esa misma sevillana decía que me gustan los toros serios. Pues ni serios ni bravos más que el cuarto muy noble y repetidor. Tampoco los toreros anduvieron finos, excepto un arrebatado Perera, que en el cuarto y toreando en el patio de su casa, cuajó una faena digna de su causa, capote firme y arriesgado, clásico en las verónicas y variado en el quite por tafalleras y gaoneras, y con la pañosa, de rodillas y de pie, poder quietud y entrega. Una estocada caída y certera y dos orejas, a la postre las únicas de la desangelada tarde, que paseó con unos cuantos niños, Perera una de primero y Peredas otros de segundo. Ya decimos, como en el patio de su casa. Una afición, la onubense que lo trata como a un choquero más. El abreplaza no era bravo, embestía mejor por la derecha y tocó demasiadas veces las telas del extremeño. No pudo ser.
De Aguado nos quedamos con un detalle ¿Sólo con uno?, sí, y eso nos preocupa porque le tenemos esperanza. Perdió pie delante de la cara del tercero, cuando toreaba por chicuelinas ajustadas, por un pisotón del burel y se quitó al toro de encima con una larga cambiada espontánea y muy torera, la plaza crujió con el detalle. Luego, muletazos sueltos, esbozos de series en redondo e intentos de faenas desangelados y pusilánimes. Mal con la espada y mal con la izquierda ante dos toros que no fueron ni muy buenos, seguro, pero tampoco muy malos, casi seguro.
Cayetano, ¡Ay, Cayetano y Rivera y Ordóñez! Pues dispuesto, queriendo hacer cosas, enfrentado con algún maleducado paganini, y sin saber si va a Rolex o a setas. Dos toros sin mucho que ofrecer nos mostraron a un torero tristón en la plaza, se le pidió oreja del quinto con esa misma tristeza.
Y así se dio la tarde, primera de dos. Importante que haya toros, importante para profesionales, toreros y empresas y también para la fiesta, importante para la afición, importante convencer a los hombres de poca fe, como el que suscribe. Ojalá esto sea el principio de una escalada hacia la eterna normalidad del toreo. Ojalá.