(Firma: José Jesús Conde) Hace meses que se arrastró una vez más por ver de que en ese diario tuvieran un hueco donde poder escribir sus cosas y, por tanto, optar al sí como respuesta. Envió el correspondiente currículum y un par de artículos, al objeto de que supieran por lo menos un poco de su vida y obra. Le dijeron, como hace la mayoría, que se le tendría en cuenta y que ya recibiría una llamada de la dirección. Lo que le llevó a confeccionar, en su imaginación, todo un rosario de pequeños misiles literarios que le auparían al reconocimiento oficial del gremio.
Pero no contaba con el seguimiento político que se le venía haciendo desde que se supo en redacción que era libre. Pues, que la maquinaria de investigación a fondo sobre los personajes que pretendieran subirse al carro de un periódico de “categoría” no iba a dejar atrás, precisamente, a este individuo que según todas las informaciones al respecto resultaba ser un articulista complicado, que no se atenía a norma de ningún tipo y que escribía de lo que quería llevándose por delante con su ironía a quien fuera menester porque el color no le importaba nada.
Por ello, el NO se le apareció de manera suave un día cualquiera en su correo electrónico, vestido de empresariado y adornado con dos excusas a cada cual más cómica: “Le quedamos muy agradecidos por su ofrecimiento para colaborar con nosotros como articulista. En estos momentos, todos los espacios de que disponemos para ello se encuentran ocupados. Le animamos a que siga insistiendo en su petición más adelante”. “Nos parece interesante su trayectoria personal y profesional, pero lamentamos comunicarle que por ahora no disponemos ni de espacios para más colaboraciones ni de presupuesto para afrontarlas con garantía de éxito. Reciba nuestro más cordial saludo.”…
Así que por lo visto y lo no visto, por lo oído y lo no oído, juró ante sí mismo no volver a deslizarse como un reptil por los cimientos de esta estructura de poder que siempre estuvo aprisionada en sus propios intereses –aunque se anuncian a bombo y platillo como autónomos, plurales e inmersos en la diversidad- y en la que “opinadores” auténticos y verdaderamente independientes se pueden contar con los dedos de las manos. Solamente tienen que echar ustedes un vistazo al panorama que a diario se les muestra ante sus ojos, tanto en pantalla como en kiosco.