(Firma: Antonio López) El Pleno del Ayuntamiento de Huelva celebrado esta misma semana aprobaba una moción para que la ciudad pueda acoger una base logística del Ejército de Tierra. Presentada por el Sr. Font, figurante del tardo franquismo, esta moción ha sido respaldada, según apuntes de prensa, por toda la derecha política con representación en el Pleno.
También el PSOE, partido mayoritario, con el primer edil a la cabeza, reforzaban mediante su apoyo a la moción la propuesta citada. Es más, tan pronto finalizaba la sesión plenaria el mismísimo señor alcalde se ponía manos a la obra para, con la mayor urgencia, solicitar sendas reuniones con la Subdelegación del Gobierno y la Subdelegación de Defensa en la idea de postular a nuestra ya dolorida ciudad y situarla en buenas posiciones de competitividad con respecto a otras candidaturas que pudieran presentarse. Ya hubiéramos querido los onubenses la misma rapidez y diligencia en el alcalde para otros temas y problemas de mayor calado social.
Según datos ofrecidos por la gran patronal CEOE, la superficie a ocupar por esta base del ejército oscilaría entre los 800 y 900 Hectáreas, es decir, casi, casi como la superficie que ocupan los vertidos de fosfoyesos a las marismas del Tinto. Resulta paradójico, no obstante, la supuesta distancia ideológica entre el social imperialismo encarnado en quienes gobiernan y las derechas más casposas y reaccionarias que termina convirtiéndose al corto plazo en coincidencias cuando de grandes temas se trata: modelo de estado, política exterior, monarquía, culto al mercado, cuerpos represivos, etc. hasta en la pasión y la exaltación a los uniformes que tanto el señor Cruz como las bancadas derechistas demuestran. Actos de la Legión, Guardia Civil, Ejército en calles e instituciones de Huelva son ensalzados sin pudor alguno.
Solicitar adhesiones, ceder terrenos, en nombre, dicen, del desarrollo socioeconómico de nuestro territorio. Esas son las razones que exhiben quienes han respaldado la moción. Nuestra tierra también conoce de propuestas de calado convertidas al paso del tiempo en el timo de la estampita. No obstante, habría de entrada que reconocer la escasa pericia de quienes proyectan esta base logística para el Ejército de Tierra en una ciudad como la nuestra, en el ámbito geográfico, administrativo, institucional y político de Andalucía, donde la soberanía si brilla por algo es por su ausencia. Las bases de la OTAN en Morón y Rota convertidas en fábricas de destrucción y muerte contra otros pueblos de acuerdo a su propia naturaleza son un claro ejemplo.
Tampoco, a fuer de ser sinceros, el Ejército Español es que haya contraído méritos suficientes como para albergar una base logística en nuestro suelo. Desde el año 1936 respaldando al bando franquista al menos no se conocen quehaceres que puedan ser grabados en los vídeos de nuestras memorias colectivas en acciones como para sentirnos muy orgullosos. Es más, recientemente tres centenares de sus uniformados componentes en retiro nos recordaban que 26 millones de españolitos por ser de izquierdas o parecerlo estamos en el punto de mira de sus amenazas. De ellos un buen puñado, onubenses. Por más que me esfuerzo no logro recordar alguna declaración institucional, ni siquiera mediática, del alcalde señor Cruz condenando tan vil intimidación de esos mandos del Ejército ni solidarizándose públicamente con sus propios paisanos izquierdistas. Del concejal Font aún menos: su “partido” ultraderechista obedece a intereses mucho más cercanos a ruidos de sable y toques de cornetas cuarteleras que a respaldar a las víctimas de semejante provocación y amenaza franquista.
De nuevo, una vez más, el Pleno del Ayuntamiento de Huelva desaprovecha, al calor de esta moción, una nueva oportunidad para declarar institucionalmente su apoyo y solidaridad a quienes a solo 200 kms de nuestra ciudad vienen ocupando desde el año 2012 la Finca Las Turquillas en Écija (Sevilla), finca dependiente del Ministerio de Defensa con 1.200 Hectáreas, la inmensa mayoría en baldío, dado que el Ejército solo utiliza 20 de esas Hectáreas. ¿Saben los concejales del Ayuntamiento de Huelva para que? Pues para la Yeguada del Ejército. Centenares de jornaleros de brazos caídos que solo aspiran a que la tierra sirva para dar trabajo y riquezas en zona tan deprimida y no para recibir subvenciones de Europa son desalojados desde entonces una y otra vez por antidisturbios de la Guardia Civil y efectivos del Ejército español. El bienestar de los caballos del Ejército por encima de las necesidades de centenares de jornaleros y sus familias. Si a Eduardo Galeano en vida, su editorial le hubiera encargado una revisión de su magnífica obra ‘Patas arriba, el mundo al revés’, a buen seguro que, relatando con su peculiar clarividencia e ironía esta injusticia, su narrativa hubiera alcanzado valores sublimes y más universales aun palpando en la infamia y la sinrazón del Ejército frente a los centenares de jornaleros desalojados de la Finca Las Turquillas.
El Ejército español anda en “operaciones de mantenimiento de la paz” en el marco de la OTAN y la UE en 16 países y cuenta con 3.000 militares desplegados en cuatro continentes. Uno de ellos Irak. Si no fuera por la sangre inocente derramada, por la destrucción y la barbarie que occidente con el imperio norteamericano a la cabeza causó a ese pueblo uno se tomaría el tema a guasa, pero simplemente recordar la bajeza moral y el instinto criminal y lame botas del Gobierno por aquel entonces instalado en este país con el guerrerista Aznar en la Presidencia nos obliga a seguir recordando.
La producción de suministros de repuesto y equipamientos para el Ejército es lo que se pretende proyectar en esa base logística. Eso viene a significar el arrastrar a nuestra ciudad a una infraestructura al servicio de la lógica militarista, un método cimentado en la coacción por la fuerza de los intereses de las grandes potencias económicas y con mayor cabida de proveer armamento a sus ejércitos y tropas por encima de los intereses de los más débiles y de los pueblos en general. Mejor construir un modelo de ciudad verosímil, razonable y sostenible que en concordia con el hábitat y el entorno con la naturaleza y desde los púlpitos del conocimiento y la cultura de la paz haga viable la justicia social, el humanismo, la apuesta ambiental (en ciudad tan castigada) independiente de sumisiones y subordinaciones militares.