(Firma: Sergi García) La organización de nuestro hogar no sólo guarda especial relación con la limpieza y la amplitud de espacio, sino que también afecta beneficiosamente a nuestra mente. Un acto como el de planchar puede ser tan placentero como provechoso, dado que el orden es un síntoma del equilibrio en nuestra psique y viceversa. Y, si no, que se lo pregunten a la organizadora de fama mundial Marie Kondo.
La sinergia del orden: entre la mente y el espacio
El orden y el equilibrio, cuando envuelven nuestro entorno doméstico, se convierten en pilares, colateralmente, de nuestra estabilidad mental. De este modo, la armonía espacial ejerce una gran influencia en la armonía de nuestros pensamientos además de optimizar nuestro espacio a fin de que todo, así como luzca limpio, esté más protegido ante la suciedad y sea más accesible a la limpieza. En efecto, todas aquellas monsergas que nos comimos de niños sobre el orden en nuestro cuarto, extendido a hogar en nuestra adultez, fueron siempre más importantes de lo que parecían. Dado que el arte de organizar es una disciplina que cosecha ricos frutos en nuestro haber.
Sin duda alguna, y en la línea de los trabajos domésticos que ayudan a hacer del hogar un verdadero templo de paz, un buen planchado también contribuye a la organización. La ropa siempre ha constituido una gran adversidad en todo tipo de casas. Y aunque para muchos el acto de planchar se les escape de las manos, la realidad es que Internet siempre acude al rescate. Si necesitas que te echen una mano para elegir una plancha o centro de planchado, los chicos de tuplancha.com te facilitan la tarea con análisis y comparativas de los modelos más populares para que aciertes con tu compra sin tener que darle mil vueltas. Una pequeña inversión en nuestro orden vital.
La filosofía organizativa de Marie Kondo
Uno de los “trucos” más sencillos y al abasto que podemos encontrar para apaciguar nuestra psique pasa por el uso de alegorías o metáforas físicas. Dado que se trata de un compartimento de nuestra identidad tangiblemente inaccesible, un estímulo visual puede traducirse como impulso sensorial para calmar las aguas de nuestra mente. Ya la misma psicología tiene aplicación en el color de las cosas, donde cada tonalidad no sólo representa por definición un sentimiento, sino que, de forma todavía más precisa, nos influye tanto o más que el caos o el equilibrio que nos circunda. La ecuación es simple: nuestro cerebro reacciona a todo cuanto siente.
En ese sentido, la filosofía del orden que propone la reconocida Marie Kondo no es una moda pasajera. Kondo, con casi cuatro millones de copias de sus libros alrededor del mundo, ha creado una clara tendencia y los medios llevan años haciéndose eco de sus recomendaciones. En este artículo de hace un tiempo ya se hablaba de ello. Especialmente, por cuanto se refiere a sus nueve consejos organizativos que resumen su filosofía del orden aplicada a los armarios.
En dicha lista, Marie Kondo contiene un discurso que, a pesar de su casi insultante obviedad a la que parecemos estar permanentemente ciegos, puede aplicarse a otros ámbitos de la organización. Desde una organización centrada en categorías de prendas y no localización, preservar la ropa que nos cause alegría y desechar o regalar la que no utilizamos, hasta crear una rutina de limpieza, doblar correctamente para ahorrar espacio o prescindir de las cajas de almacenaje que cubren más espacio del necesario. Nuevamente, y aunque siendo algo evidente, elementos que se nos escapan y que pueden bañar de tranquilidad nuestro día a día.
Una fórmula clave
No en vano, las recomendaciones de Kondo sobre cómo organizar nuestro armario exigen ordenar con tal eficiencia como para que el orden permanezca siempre. La autora japonesa nos inculca aquí el valor de la eficiencia y de la calma, así como también de la gratitud instándonos a despedir la ropa que descartemos agradeciendo su servicio para con nuestras necesidades y nuestra identidad. Del mismo modo, también recomienda comenzar a ordenar las cosas más sencillas para evitar un sentimiento de frustrante acumulación que nos hagan vincular el orden a impresiones negativas. Una advertencia de una de las 100 personas más influyentes del mundo en 2015 según la revista Time.
Así, bajo la premisa de “transformar el hogar en un espacio permanentemente claro y libre de desorden”, Kondo ha reunido en sus libros una fórmula de la que todos podemos aprender. Al final del día, e independientemente de cuán duro o calmado haya sido, llegar a nuestro hogar debe ser una sensación que de verdad nos aporte paz y serenidad. Por eso mismo, los pequeños detalles de organización que ofrece Kondo, pero que realmente cohabitan en nuestro imaginario colectivo como un dato que florece sólo cuando el desorden sobrepasa el límite, son tan importantes. Tanto si se analizan desde un prisma higiénico, mental como meramente organizativo, el placer del orden es siempre bienvenido.
El orden y el placer
Hoy en día, podemos encontrar en las redes sociales una ingente cantidad de fotografías de elementos perfectamente ordenados que nos evocan una gran sensación de placer. Esto es debido a que, como sucedería en una muestra de hojas de árbol organizadas según su tinción otoñal, nuestro cerebro encuentra estimulante el hecho de observar una composición clara, vertebrada a partir de elementos aparentemente caóticos. Aunque con una analogía algo apurada, lo mismo que sucede cuando contemplamos la ropa recién planchada tras recordar su aspecto anterior.
Asimismo, el placer de la organización no aparece únicamente tras el resultado, sino que ya se manifiesta en nosotros durante el proceso de organización. Cuando ordenamos, nos sentimos útiles y productivos, lo que nos permite abarcar otras tareas, incluso el trabajo, con una mayor facilidad. Sentimos que hemos cumplido un objetivo y el resto, por consiguiente, es tan sólo una cadena de acciones. Y si no, que lance la piedra quien no haya sentido una ola de tranquilidad planchando al atardecer con la radio de fondo.