Sinónimo de resistencia, calidad y durabilidad, el acero destaca como uno de los materiales más usados en construcciones de todo tipo. Sus posibilidades de aplicación son diversas, siendo un material natural, versátil, económico y reciclable. Sin embargo, es imprescindible darle un tratamiento correcto para que cumpla su papel de forma óptima.
Sabe usted quién es el mayor consumidor del acero en el mundo, ¿tal vez Estados Unidos o China? La corrosión es la principal amenaza que tiene el acero, consumiendo recursos económicos, tiempo y el propio acero con interminables mantenciones. Un ejemplo de ello es el estudio realizado en EEUU por la Asociación Nacional de Ingenieros de Corrosión NACE, el cual indica que en 1998, el costo total producido por la corrosión fue de 552 billones de dólares, tendencia que llegó al trillón de dólares en el año 2015.
Pero ¿sabía usted, que se puede alargar la vida del acero hasta más de 40 años, si se le da el tratamiento adecuado? Esto es posible solo gracias a la galvanización.
La galvanización es un proceso en el que el acero es recubierto con zinc fundido. El recubrimiento que se forma impide el contacto del acero con el medio ambiente frenando el proceso corrosivo. Esta protección es efectiva incluso cuando la superficie ha sido dañada, dado que el zinc actúa como metal de sacrificio. Se puede galvanizar una amplia variedad de formas y tamaños, desde tuercas y pernos pequeños hasta grandes vigas estructurales o piezas artísticas complejas. Por ejemplo, a partir de los rollos de lámina galvanizada se pueden obtener una gran diversidad de perfiles, o bien láminas lisas que posteriormente también pueden ser acanaladas.
Existen dos tipos de galvanización más comunes:
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Electrolítica o en frío (3 % de mercado)
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Inmersión en caliente (97 % de mercado)
La galvanización por inmersión en caliente ha demostrado ser la más eficiente, rentable y segura. Según estudios científicos, la galvanización en caliente proporciona una protección contra la corrosión de hasta 65 años en entornos industriales y municipales y de hasta 120 años en entornos rurales.
Para conseguir una protección óptima del acero, antes de su inmersión en el baño de zinc, es limpiado químicamente para remover todo el aceite, suciedades y óxidos. Después de limpiar y secar, el acero es sumergido en el crisol de zinc fundido que está a 450°C. Se forman unas capas de aleaciones hierro zinc y la última capa es de zinc puro, que va a proteger el acero frente a la corrosión. Una vez que el acero es removido y enfriado, se inspecciona para hacer chequeo del grosor y apariencia de la capa de zinc.
Beneficios de la galvanización
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Protección superior contra la corrosión. La capa de galvanizado le otorga al acero tres niveles de resistencia contra la corrosión: barrera de protección, protección catódica y la pátina de zinc.
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Durabilidad. Las capas intermetálicas hacen la capa de cobertura más dura que el acero de base. La galvanización también suministra protección uniforme. La capa de zinc se desplaza perpendicularmente al acero, así que las esquinas y bordes tienen el mismo grosor que las superficies planas.
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Libre de mantenimiento. El acero galvanizado asegura más de 70 años de protección anticorrosiva libre de mantenimiento, lo que también supone un valor económico. El costo final de la galvanización puede amortizarse sobre la vida entera del proyecto.
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Sostenibilidad ambiental. El zinc y el acero son reciclables en un 100%.
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Estética. El acero galvanizado ofrece un acabado atractivo y si el acabado gris no se ajusta al proyecto, la capa de cobertura puede pintarse para un mejor atractivo estético.
A medida que el mundo continúa evolucionando, es importante construir un mejor medio ambiente para el futuro. El acabado natural del acero galvanizado trasciende el tiempo con poco impacto medioambiental o económico, brindando mientras tanto protección anticorrosiva superior, longevidad y belleza.