Hace solo unos días el equipo de recuperación animal de la Asociación ‘El Burrito Feliz‘ se desplazaba desde Doñana-Huelva a las cercanías del Corredor del río Guadiamar en Sevilla. Una llamada del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) avisaba de la presencia de un burro con problemas en la zona de Huévar del Aljarafe.
Cuando horas más tarde llegaron al lugar, encontraron recogido provisionalmente en un centro deportivo a un burro en un estado de salud deplorable: sus patas delanteras se encontraban muy afectadas por haber sido maniatado con bridas. Una práctica de inmovilización animal totalmente prohibida. Asimismo, tenía una de sus orejas deteriorada y mostraba dificultad al andar, seguramente por las anteriormente reseñadas ataduras.
Con el apoyo de vecinos de la localidad de Huévar del Aljarafe, que en todo momento mostraron su misericordia con el asno, se le aporto agua fresca, así como una buena cantidad de heno. Al no contar en ese momento con un lector de microchip para poder conocer si era posible encontrar al propietario del animal, se decidió posponer la operación de rescate para la mañana siguiente.
Pero otra nueva y desagradable sorpresa esperaba al equipo de El Burrito Feliz. Y es que a primera hora de la mañana el burro ya no se encontraba allí. Se observó una puerta que había sido abierta con lo cual se puede suponer que el dueño decidió retirar al burro durante la noche.
De inmediato, una unidad de la Policía Local de Huévar inició con la asociación un rastreo completo de la zona. La cercanía del río Guadiamar y la gran cantidad de equinos (caballos, mulos y asnos) que se encontraban en la zona podía dar alguna pista sobre el paradero del burro herido. Lo que allí se encontraron resultó impactante: docenas de animales maniatados y trabados moviéndose con dificultad por el corredor verde. Pero ni rastro del burrito desaparecido.
Aumento el abandono de burritos
Según la Asociación ‘El Burrito Feliz’, el tremendo aumento del precio del heno y del pienso en el último año está empujando a muchos propietarios a soltar sus equinos en zonas naturales para ahorrarse su alimentación. El problema, afirman, «es que para evitar que se alejen, o se pierdan, se está procediendo a colocar ataduras de trabado en las patas delanteras. De esta forma el animal, al ver dificultada su movilidad, tiende a quedarse forrajeando en las cercanías».
Es una práctica prohibida por la Ley de Protección Animal, debido a las heridas y sufrimiento que producen en las extremidades. En algunos casos cojeras irrecuperables y presencia de gusanos en los cortes con sangre.
El equipo ecologista de ‘Mujeres por Doñana’ se ha incorporado a la búsqueda del asno en una zona tristemente recordada por el terrible vertido tóxico que en 1998 afecto a esta cuenca fluvial, poniendo en serio peligro al propio Parque Nacional.
En la actualidad, los equipos se turnan para ir recorriendo todo el entorno, intentando dar con el paradero del desdichado burrito al que han bautizado con el nombre de ‘Lázaro’.