30 noviembre 2024
Andalucía necesita menos
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CERCA DE LA LETTERA: La mujer al otro lado del espejo

A veces me miro en el espejo y no me reconozco en su reflejo. Es una mujer que se parece bastante a mí, pero que está más cansada que yo, más enfadada que yo, más triste que yo. Tiene más canas que yo, más arrugas que yo. Es más cínica que yo, menos alegre que yo, más aburrida que yo. Y entonces me pregunto cómo ha llegado esa señora a mi casa, cómo se ha apoderado de mi espejo de esa manera. “Esa no eres tú, Carmen”, me digo y me marcho dejándola allí con su cara de comer limones en ayunas.

En esos días, y en otros muchos, me he reconocido más en aquellos poemas que han caído en mis manos y en mis pantallas. Algunos escritos por mujeres cercanas en tiempo y espacio como Rocío Hernández Triano, Francisca Alfonso o Estela Rengel, por poner tres ejemplos de mujeres a las que leo y abrazo. Otros poemas están escritos por mujeres con las que nunca he coincidido ni por generación ni por país. He llorado una y mil veces leyendo “Un gato en un piso vacío” de Wislawa Szymborska o “El arte de perder” de Elizabeth Bishop.

Una como lectora, pero también como autora, anda siempre en búsqueda de referentes, como esos escaladores que van palpando la roca hasta encontrar las pequeñas oquedades en las que con más o menos dificultad puede ir encajando los dedos de la mano, la punterilla del pie para llegar hasta la cima. Así va una trasteando en las librerías y en las bibliotecas, llegando a casa con más libros de los que puede leer, subrayando versos, palabras que te llevan a tiempos y lugares en los que tú también has estado.

Pero un día mirando mis estanterías, me di cuenta que había un lugar que yo no había explorado y que sin embargo estaba más cerca de lo que yo creía. Tengo mucha poesía escrita en castellano, mucha poeta norteamericana e incluso un libro en polaco del que no entiendo ni una palabra pero, ¿qué está pasando al otro lado de la frontera? ¿Quién está escribiendo en portugués sobre el amor, el paso del tiempo, la ternura, la precariedad? ¿Cómo es posible que yo tenga un desconocimiento tan grande de lo que está pasando a menos de 50 kilómetros de mi casa? No, ninguno de mis libros estaba escrito por una mujer que viviera en Portugal. Aquello había que arreglarlo. Pero, ¿por dónde empezar?

Uberto Stabile, siempre generoso, me dio unas cuantas referencias de las que fui tirando. Luego llegó la antología “Sombras de porcelana brava. Diecisiete poetas portuguesas (1955-1987) de la editorial “Vaso Roto” y ¡oh sorpresa! en 2021 el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana va a parar a Ana Luisa Amaral, segunda autora portuguesa que lo gana tras la gran Sophia de Mello Breyner. Es increíble la poca poesía portuguesa que se publica en España. Seguramente por nuestro tradicional desconocimiento de la lengua lusa, por andar mucho más deslumbrados por esos idiomas que se hablan de los Pirineos para arriba.

Por eso la publicación por la editorial Garvm de la antología “Tras los claveles. 35 poetas portuguesas. 1970-1999” la recibí con alegría y con alivio. Por fin autoras en las que puedo mirarme, un espejo en el que reconocerme. Por generación y por territorio compartido. Me ha emocionado la poesía delicada de Rita Taboada Duarte o de Virginia do Carmo. He compartido la cotidianeidad de Inês Dias y la melancolía de Filipa Leal.

He entretejido versos en caminos de ida y vuelta con todas ellas. He disfrutado de la experimentación de Sonia Baptista, Cláudia Lucas Chéu o Golgona Anghel y me ha emocionado la frescura y la juventud de Sandra Santos, Sara Martins y María Bras Ferreira, las autoras más jóvenes con las que se cierra la antología y que tienen menos de treinta años. No quiero finalizar sin resaltar el gran trabajo hecho por los traductores J. León Costa y Uberto Stabile, también a cargo de esta edición, para que los poemas no pierdan ni el ritmo ni los modismos propios de la lengua portuguesa.

A veces me miro en el espejo y no me reconozco en su reflejo. Entonces, a modo de conjuro, recito unos versos y sonrío y vuelvo a encajarme en mi cuerpo. Últimamente los versos traen sabor a Poniente y digo cosas como:

Uma injecção de liberdade

abre cento e quatro poros na pele. (*)

“Tras los claveles. 35 poetas portuguesas. 1970 – 1999”, edición bilingüe de Uberto Stabile y traducción de J. León Acosta y Uberto Stabile está editado por Asociación Cultural Garvm siendo el número de la colección La Oveja Negra.

(*) Estos versos pertenecen al poema “Canto de recomenço” de Ana Freita Reis.  

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