A juicio de muchos, hace algunos años era cuestión de asegurarse del casquillo de la bombilla y hacer la compra, sin más. Eso cambió drásticamente desde que la tecnología de lámparas LED se popularizó, y con ello, hubo una disminución progresiva de los precios, que sirvió para desplazar paulatinamente a las bombillas incandescentes.
Lógicamente, las bombillas modernas -un 95% basadas en tecnología LED- ofrecen mejoras significativas con respecto a las bombillas que hasta principios de los 2000 se utilizaban en la mayoría de los hogares. Mayor ahorro, mayor potencia lumínica, mayor naturalidad y hasta un coste equivalente unidad por unidad, hacen que hoy sean la tecnología líder en el sector. Eso no quiere decir, sin embargo, que elegir una buena bombilla sea tan sencillo o que todas sean iguales.
Verificar que el casquillo sea correcto
Algo que muchos usuarios pasan por alto es que el mundo se ha globalizado y aunque en algunas tiendas solo se encontrarán casquillos bombillas únicos, lo cierto es que hay un total de más de 10 tipos de conexiones diferentes para las bombillas, y es posible que incluso en instalaciones profesionales o con una finalidad de iluminación específica, sea prudente utilizar diversidad de puntos de contacto o casquillos, para darle versatilidad a la solución lumínica.
En todo caso, el primer consejo al respecto es verificar que el casquillo sea el adecuado, lo que es tan fácil como saber qué tipo de conexión hay en el hogar -o donde se vaya a instalar la bombilla- y comprar en consecuencia, lo cual hoy es muy fácil, ya que algunos sitios especializados en este tipo de productos ofrecen filtros explícitos para diferenciarlos.
Temperatura de la bombilla
Como se decía al inicio, antes comprar una bombilla era una cosa tan lógica como escoger una marca, verificar un precio, medir los casquillos de acuerdo a los que se utilizaban en casa, y nada más. La tecnología LED ha revolucionado el sector con infinidad de posibilidades y variables.
Desde luego, no todas las personas están interesadas o necesitan conocer la teoría de cada uno de los conceptos detrás de estas soluciones de iluminación doméstica -grados kelvin, lúmenes, reproducción cromática, etcétera- pero algunos términos sí serán diferenciales para que el producto cumpla con las exigencias del comprador.
Uno de esos conceptos determinantes es la temperatura de la bombilla, medida en kelvin. Así, mientras mayor sea el número -por lo general, lo máximo en la industria es 6.500K- más tonalidad azul o diurna tendrá la bombilla, ideal para oficinas o espacios que requieran de una iluminación poderosa. Entre tanto, las bombillas con menor número en cuanto a su temperatura -ejemplo, 1.600K o 2.500K- tendrán una luz más cálida, similar a las velas o a las bombillas incandescentes tradicionales, por lo que son habituales en espacios que necesiten una luz tenue, como luces de apoyo en dormitorios o pasillos internos de un hogar.
Calidad general
Aunque es una tecnología bastante conocida, los LEDs de las bombillas no son iguales en calidad de producción. Por eso algunas marcas siempre serán preferidas antes que otras, incluso cuando su coste sea mayor.
Por eso, aparte de conocer los tipos de casquillos de bombillas, lo indispensable es reconocer la calidad de la marca en general, lo cual puede ser verificable con las opiniones de otros usuarios o comprando en tiendas especializadas que puedan brindar asesoría.
Además de eso, es bastante recomendable siempre adquirir bombillas de alta calidad que tengan certificados de calidad con estándares europeos, lo que significa que son de mejor calidad a nivel global y que es una garantía de que lo ofrecido será cumplido; teniendo en cuenta que son bombillas que pueden durar hasta 10 veces más que una incandescente y que algunos LEDs son incluso más durables de lo que cabría esperar, la decisión suele a menudo estar signada por la combinación de casquillos, fabricantes y temperatura.