(Firma: José Luis Bersabé Casado) A pocos días de haber finalizado el IV Salón Manga de Ayamonte ¡un exitazo de más de 1000 jóvenes y no tan jóvenes!, organizado (¡y menuda organización!) por Otakoro, asociación juvenil de la localidad orientada al desarrollo de actividades de temática nipona, y asimismo a escasos días de la celebración del Día Internacional de la Juventud, podemos afirmar que nuestra localidad es una excepción de bullicio joven, de actividades no sólo en verano y no sólo comerciales.
En el inicio de la resaca de los post eventos podemos ver todo lo que conlleva el desarrollo de estos; la idea, el debate del para qué, cómo, con quiénes, dónde, cuándo llevarlo a la práctica y su evaluación.
Pero, a parte de estas pautas, hay algo que es compartido por las diferentes entidades jóvenes del pueblo que dedican su tiempo a rellenar un enorme y ambicioso calendario de actividades (la Escuela de Participación, Otakoro, el Grupo Scout Esury, Anticapitalistas Jóvenes, Puzzle Rap), comparten una metodología, ese hilo rojo que no del destino, sino de la consciencia (o semi), una metodología autogestionaria, que dependiendo de cada entidad, formas e historias propias aplican.
Contamos con una excepcionalidad en la comarca, muchas de las entidades jóvenes seguimos, estables, vivas y coleando, con ganas de más después de haber vivido una debacle y cambio de actitudes, sentires y vivencias de las y los más jóvenes debido a la pandemia.
Sólo una breve comparación, en Huelva capital, donde antes de ésta podíamos contar con hasta ocho entidades jóvenes activas, hoy han desaparecido su mayoría y las que están les cuesta seguir, no solo por lo efímera que es la categoría joven y su paso hacia la edad adulta y propias responsabilidades, sino también por unas prácticas (la eliminación por parte del Ayuntamiento de Huelva de la Casa de la Juventud y sus técnicos en un momento crucial para muchas entidades) y formas (¡cuan necesario es ir aprendiendo poco a poco de la necesidad de las habilidades sociales, la empatía y entender los tiempos de maduración sociales!) que han contribuido a un todo pasivo.
Nuestra excepcionalidad no es casualidad, la idiosincrasia propia de las historias de cada entidad han colaborado a esto. Durante la pandemia, las entidades se unieron por objetivos comunes (la Casa de Juventud compartida, autogestionada, abierta) y actividades (celebrar el Día de la Juventud, el Orgullo LGTBI, concursos, reuniones, convivencias). Ese entrelazar pudiera ser que ha servido de aglutinante para el seguir apostando por actividades de ocio, tiempo libre y descanso activos, saludables e inclusivos. Todo esto en un contexto de vientos de poniente, donde la mercantilización del ocio, de la cultura y nuestras formas de socializar está por todos los ambientes, calles, espacios y plazas (ni nombrar las casas de apuestas, que es un tumor, no ocio).
Ante esto vemos estos reductos de vida, donde gracias a la autogestión, esa forma de hacer conjunta, donde cada cual participa según su tiempo y capacidades (¡una idea, una responsabilidad!), sin necesidad de subvenciones de instituciones que condicionen, con recursos propios o buscados, trabajando en red y apoyándose mutuamente es posible montar desde un taller en la Plaza de La Laguna o ir de senderismo hasta montar eventos como Rap Battles, el Salón Manga, ir de Camino de Santiago o, porqué no, plantearse otra sociedad más justa y equitativa.
Seguimos (sigamos) germinando y propagando la semilla de la autogestión, aprendiendo de cada entidad (desde Área de Juventud hasta Puzzle Rap, pasando por todas las demás) y aportando a esta excepcionalidad tan bonita. Porque si la juventud es el futuro, habrá que formarse para un futuro.
(José Luis Bersabé Casado, miembro de las Asociación “Escuela de Participación”)