Desde que empezó la pandemia, la salud mental empezó a cobrar una atención y protagonismo que nunca había tenido y las razones eran más que evidentes. Confinamiento, incertidumbre, miedo, dificultades económicas, estrés… los detonantes estaban servidos en bandeja de plata y, muchos de ellos, no han desaparecido con la crisis económica que atraviesa el país.
Detectarlos a tiempo y pedir ayuda a un profesional son la clave para que la salud no se vea resentida. Nadie está exento de poder entrar en depresión si no se aborda a tiempo, ya sea un niño, un adolescente o un adulto. De hecho, la pandemia causó un aumento del 47% en los trastornos mentales en menores de edad, según datos de la AEPED (Asociación Española de Pediatría).
Cómo manejar el estrés
La Mayo Clinic ha elaborado una serie de consejos para adquirir unos hábitos positivos con los que combatir el estrés desde su primera manifestación. Son muy sencillos de realizar y solo se necesita perseverancia y constancia para ponerlos en práctica. Por intentarlo no se pierde nada y la salud mental puede verse favorecida.
- Alimentación saludable
El cuidado de uno mismo comienza por una alimentación saludable. Proponte platos inteligentes a base de frutas, verduras, cereales integrales y proteína. La dieta mediterránea te permite adquirirlos sin dificultades, pese a que sus precios son cada vez más elevados.
Muchas personas tratan de relajarse consumiendo café en exceso, comiendo mucho, fumando o bebiendo alcohol. Vigila bien cuáles son tus métodos de relajación porque estos, aunque te hagan sentir mejor momentáneamente, son perjudiciales para tu salud.
- Actívate
Está más que demostrado que el deporte disminuye el estrés. La palabra “deporte” no implica que debas tener dotes atléticas o que hagas maratones; basta actividad física sea de la índole que sea y al alcance de tus posibilidades (pasear, montar en bici o una actividad dirigida acorde a ti…).
El entrenamiento libera endorfinas y otros químicos neuronales y eso hace que la sensación de bienestar sea elevada y, por tanto, estés a gusto contigo mismo. Además, posibilita que concentres los movimientos corporales y liberes tensiones o enfados habituales del día a día.
- Relaciónate con más personas
En casos de irritabilidad o estrés, el aislamiento no es el mejor compañero porque acusa los síntomas. Si estás en una de esas situaciones, intenta rodearte de alguien que te aporte, ya sea un familiar o un amigo. Las conexiones sociales distraen y eso hace que sean un calmante natural, así que encontrar el momento de compartir un café con un amigo ayuda más de lo que puedes pensar.
Las relaciones sociales dan apoyo, distraen, hacen vínculo con los demás y te harán ver las cosas de otra manera. Sentir esa sensación de pertenencia a un grupo favorece la empatía y la ayuda mutua entre personas, aunque en ciertos momentos de bajón creas que no necesitas a nadie.
- A veces hay que decir “no”
Muchas veces se intenta hacerlo todo y, además, hacerlo bien, pero en ocasiones se paga un precio por ello. Ser consciente de hasta dónde se puede llegar y decir que “no” a tiempo puede ahorrarte más de un quebradero de cabeza o, mejor dicho, quitarte de encima situaciones estresantes.
Delegar para poder abordar la tarea de cosas pendientes es bueno para combatir el estrés, mantener la calma y manejar la ira. Además, dispondrás de más tiempo para dedicar a los tuyos o a cosas que tu gusten. Decir a todo que “sí” no siempre es la mejor opción en la vida.
- Ten un sueño reparador
Mientras duermes, el cuerpo y el cerebro se recargan, pero si tu cabeza está repleta de ideas que no dejan de dar vueltas en bucle, el sueño no es reparador, si es que se llega a conciliar. Mucho que hacer, mucho que pensar y mucho que sufrir no son buenos para el estado de ánimo.
La Mayo Clinic lo deja claro: la cantidad y calidad del sueño influyen en la salud. Si detectas problemas para dormir, busca rutinas relajantes, aleja los relojes, el móvil, haz ejercicios de relajación, date una ducha, mantén los horarios… o busca aquellas estrategias que mejor te vengan a ti. Tu energía, concentración y bienestar dependen de ello.
- Ríete
Aunque la risa y el sentido del humor no te librarán de la enfermedad, lo que es seguro es que harán que te sientas mejor, lo que ya es un paso importante. Con la risa se producen cambios positivos en el cuerpo, se reduce la carga mental, sube el ánimo y disminuye la respuesta al estrés.
Busca la risa como más fácil te resulte: ponte una comedia, llama al amigo más divertido que tengas o prueba la risoterapia. Cualquier idea que se te ocurra y que pueda dibujarte una sonrisa en la bosa será bienvenida y tu salud mental lo agradecerá.
- Busca ayuda
Si tu nivel de estrés o agotamiento es tal que ninguno de estos consejos te ayuda, deberás buscar ayuda profesional. Piensa que la terapia sirve cuando uno se ve sobrepasado por los acontecimientos sea cuales sean (responsabilidades, problemas económicos, preocupaciones desorbitadas…). Un profesional te ayudará a identificarlas y, como no, a afrontarlas de la mejor manera posible.
Piensa que todo el mundo se ve superado en algún momento de su vida y no eres un bicho raro si te pasa. El estrés es una respuesta normal del organismo y a ti te corresponde manejarlo adecuadamente para que no pase facture a tu salud mental y física (dolor de cabeza, malestar de estómago, insomnio…).