Todos conocemos “la excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta”. Los amantes que prefirieron morir juntos antes que vivir separados. Shakespeare dice que la muerte es el fin de todo y que Romeo y Julieta murieron abrazados en el mausoleo de Verona.
Ahora, 400 años después, Ana Belén y el actor y director onubense José Luis Gómez nos van a contar la verdadera historia de este amor prohibido de la mano de la adaptación teatral del austriaco Eberhard Petschinka, ganador del II Premio Alfred de Musset de traducción. Un espectáculo dirigido por Rafael Sánchez y que podrá verse desde este sábado, 15 de marzo, y hasta el próximo 4 de junio en el Teatro Español de Madrid.
‘Julieta y Romeo despiertan’ después de un largo sueño, pero no se reconocen. Julieta solo ve a un caballero ochentón y Romeo a una dama muy bien conservada. Los dos se creen que aún son un par de adolescentes. Julieta piensa que solo durmió un par de instantes y espera ansiosamente a su eterno amado. Romeo, en cambio, no se acuerda de nada. Y así, lo que siempre creímos que era el final de la tragedia es el comienzo de la verdadera historia de los amantes más famosos del mundo.
Julieta tiene que reconocer que ya no tiene 16 años y Romeo tiene que enfrentarse a una pared blanca contra la que choca al intentar recordar quién es y de dónde viene. Entre la felicidad de por fin poder estar juntos y la enorme tristeza de no haber podido vivir una vida entera juntos, los dos intentan averiguar cómo llegaron hasta aquí y qué es lo que todavía les une.
Ana y José Luis nos cogen de la mano y nos enseñan las escenas más enigmáticas de la tragedia. Se enamoran, se enfrentan en duelo, se fugan, se casan, cantan y bailan, se envenenan y, al final, mueren para demostrar a Shakespeare que la muerte no es el fin de todo.
Sobre José Luis Gómez
José Luis Gómez es el alma del Teatro de La Abadía, que fundó en el año 1995. Aunque ha dejado la dirección del mismo, no se ha desvinculado. Formado teatralmente en Alemania y Francia, sus primeros trabajos profesionales fueron en los mejores teatros de la República Federal Alemana.
En 1971 regresó a España y, siete años más tarde, codirigió el Centro Dramático Nacional. Desde entonces su actividad artística, como actor y director, ha sido incesante, tanto en los teatros públicos como en los privados. Ocupa, desde 2011, el sillón Z de la Real Academia Española.