El término molona tiene dos acepciones, una es «piedra grande de forma irregular y redondeada que se desprende de la cantera al barrenar» o «trozo de piedra sin labrar»; y la otra es que mola, de molar, de gustar, de ser estupendo y agradable.
Desde mi punto de vista, m.olona ha debido optar por la segunda opción, al reconocerse ante el espejo y recordar sus paseos por la Feria de abril, esplendorosa, andaluza, sevillana, salobreñera como la que más y lo que haga falta. Por eso, ha decidido burlarse de los electores comenzando su campaña en un lugar que, independientemente de su valoración, frecuentan algunos políticos, algunos profesionales de cualquier ramo e, incluso ella misma el día de autos.
Le parecerá muy gracioso, epatante (que ya se encuentra en el DRAE), para su jardazo anunciado, promocionar las imágenes de las chicas prostituidas, tomadas de la mano por su salvadora, que les prometerá, supongo, o que sus clientes van a dejar de acudir y el negocio se cerrará, o que ellas van a dejar el oficio, a cambio de un precioso hogar en cualquier apartamento de una milla de oro.
Pero me temo que para mucha gente sensata, que sí, que las hay, ese acto excepcional nos va a llevar a alguna de las dos acepciones primeras que, traducidas, significan «persona egolátrica de ideas irregulares y con aristas, que se desprendió de su partido anterior porque no podía continuar en la cantera tras el barrenar de las elecciones andaluzas», o quizá, simplemente «señora bien con los principios morales poco labrados».
De cualquier manera, creo que ni siquiera sus compañeras del numerito la van a votar, con v.