Era muy pequeña, casi no sabía hablar, pero en cuanto le llegó a su naricilla el olor del plato de coquinas, dijo rotunda: Yo también quiero comer bichitos.
Esa armonía indescriptible de los puestos del pescado en el mercado que conforme pasa la mañana va deconstruyéndose.
Yo me reconocí en un mercado de Meknes que tenía la misma planta y la misma bulla que el antiguo mercado del Carmen de Huelva.
Digo Mercado del Carmen y toda la habitación huele a calentitos.
Nunca un bocadillo estuvo más rico que cuando te lo comiste reseco y lleno de arena después de un bañito con tus colegas.
Hay algo en la gastronomía del verano que invita a la fiesta: el gazpacho compartido, la sandía que es mucha para una y poca para doce, el tinto de verano, las raciones.
Comer con la vista: la luz de las fotos gastronómicas de Carmen Torres Chaguaceda (@chaguacedafotografias)
Un sitio es de calidad si no te miran mal cuando comes el pescado con las manos.
Un sitio es de calidad si no llaman toppings a los tropezones.
Por cierto, ¿el tropezón más raro que hayáis visto en el gazpacho?
Esa gente que se lleva a la playa el aperitivo y monta la mesa como para una comunión.
La tarta Sacher, bueno. Pero esa misma conversación con un helado, mucho mejor. Aquí mis tres propuestas para Jesse y Céline: Bienmesabe de Rayas en Sevilla, Fresa de Los Ángeles en La Antilla, Tutti Frutti de Los Valencianos en Gibraleón.