Las Hermanas Franciscanas se han despedido este domingo de Cartaya después de más de medio siglo de «dedicación y ayuda» a la ciudadanía. Una entrega «que ha dejado una huella imborrable».
Así, según ha indicado el Ayuntamiento en sus redes sociales, hace 52 años estas religiosas fueron las primeras en llegar a Huelva tras el Concilio Vaticano II, iniciando una etapa «marcada por la fe y la cercanía con nuestro pueblo. Hoy se cierra esta comunidad en Cartaya, pero su legado permanecerá vivo en nuestros corazones».
El alcalde, Manuel Barroso, ha recordado a aquellas que iniciaron esta etapa y ha anunciado la instalación de un azulejo conmemorativo en el salón parroquial, así como que se ha propuesto una moción para renombrar la calle Blas Infante «en honor a las Hermanas Franciscanas, como muestra de nuestro reconocimiento».
«Gracias por haber entregado vuestras vidas a las necesidades de la parroquia y, sobre todo, gracias por acompañar, por apoyar y por poner vuestras vidas al completo servicio de este pueblo durante más de medio siglo», ha subrayado el alcalde cartayero.