Un año más, llega el día 6 de septiembre la mojada más divertida y cultural de cuantas se celebran en Andalucía. La fiesta de Los Jarritos se disfrutará en Galaroza por parte de miles de personas que llegan atraídos por la originalidad, la algarabía y también los aspectos culturales que atesora. La gran mojada se desarrollará entre las 9.00 y las 15.00 horas por toda la población. Desde primeras horas del día, los jóvenes salen a mojar a todo el mundo, para concentrarse posteriormente en Los Álamos, al lado de la Fuente de Doce Caños. Allí continuará la fiesta hasta primeras horas de la tarde, para continuarla posteriormente, ya de forma mucho más relajada, en bares, terrazas y huertas que rodean la población.
La fiesta del agua de Galaroza es más que centenaria, atesora matices culturales, medioambientales, eróticos y festivos. Todo ello la cualifica en el calendario español con más arraigo y tradición que cualquier otra. Los Jarritos refleja la riqueza de aguas de este pueblo y resulta un homenaje de sus habitantes a todo cuanto el agua les ha dado. Conmemora el paso de los alfareros extremeños por la localidad, el día 6, camino de la romería en honor a la Reina de los Ángeles en La Peña de Arias Montano, que se celebra dos días después. En ese momento en que los de Salvatierra de los Barros pasaban por el pueblo serrano, los vecinos aprovechaban para aprovisionarse de cacharros que iban a probar a la Fuente de Doce Caños, comenzando la fiesta entre bromas y situaciones de complicidad.
Estos aspectos históricos han quedado atestiguados por una fotografía que se ha divulgado por parte de la Asociación Cultural Lieva y que data de 1932. En ella, se refleja ya la forma de celebrar la fiesta en sus primeros tiempos, resaltando la figura de una niña soplando por el extremo grueso del piporro para que salga el agua por el pitorro más fino. La chiquilla ha sido bautizada como ‘La Niña del Piporro’ y protagoniza el cartel anunciador de este año divulgado por el Ayuntamiento de Galaroza.
Es una de las fiestas ecológicas que podemos encontrar en la sierra, ligada en esta ocasión a las aguas que movieron molinos y fábricas de luz y que inundaron las lievas que llegan a las huertas y frutales serranos. Junto a este componente, se disfruta de la algarabía de pequeños y mayores, la intención de algunos por mantener la tradición del piporro, las reuniones de amigos alrededor de una copa, la incesante búsqueda de gentes que bajen secos y, sobre todo, el grito constante: El grito de “¡¡¡Aguaaa…!”, que no deja de sonar en todo el día advirtiendo de las intenciones del personal, y que simboliza la mojada en toda su grandeza.
Las formas de los cuerpos mojados volverán a adueñarse de las calles de este pueblo que celebra una fiesta plagada de claves etnográficas, entre las que destacan el homenaje a las aguas, las diversas formas de mojar a los demás, el papel de la Fuente de Doce Caños, los grupos de amigos que vuelven a reunirse, la regata ‘Fernández de Landa’ en recuerdo del primer ingeniero naval español, la decoración de los piporros que se resisten a ser eliminados por los cubos de plástico, la gastronomía o el mencionado carácter erótico.
Galaroza se convierte así en el epicentro de la provincia de Huelva ese día, aportando elementos culturales a lo que se ha convertido en mucho más que una fiesta acuática.