24 marzo 2025
Junta de Andalucía Educación
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CERCA DE LA LETTERA: Fundido a morado

Un artículo especial de Carmen Ramos con motivo de la celebración este sábado del Día Internacional de la Mujer

Hace un tiempo volví a encontrarme con mi amiga Carolina. Con ella compartí oficina, libros y música en la primera década del siglo XXI. Nos volvimos a ver, no podía ser de otra manera, en la Feria del Libro. Allí me contó de su club de lectura “Mangaporhombro” y de una curiosa actividad que organizan dos veces al año: quedar en un parque de su pueblo para leer. Te llevas tu silla, tu libro y ya estaría. Hace unos días me saltó a la pantalla del móvil un artículo donde se hablaba precisamente de las quedadas para leer. Mi amiga siempre ha sido una pionera.

A algunos les puede parecer una tontería esto de juntarse para leer, una boutade más de burgueses con mucho tiempo libre, pocas preocupaciones y muchas ganas de figurar. A mí ahora mismo, con un fantasma que vuelve a recorrer Occidente cuando ya lo creíamos muerto y enterrado, leer me parece el acto más subversivo que como ciudadanos podemos realizar. Leer, meter la cabeza entre las páginas de un libro, crear un espacio único de silencio, alejarnos de las conspiraciones y las teorías, creo que es lo más sensato, la única medicina, un antídoto para el veneno de la desinformación y la propaganda.

Y si alguien sabe de bulos y mentiras sobre ellas, esas somos las mujeres. A veces la invención es tan, tan, tan grande que hasta llegamos a desparecer. Escritoras fuera de los libros de literatura, pioneras del cine a las que nadie conoce, escultoras y pintoras ensombrecidas por la gran figura de quien lleva muchos años ocupando espacios. Arquitectas, políticas, científicas que pocas veces abren los telediarios con titulares sobre su actividad profesional. Pero, en esta era fieramente tecnológica este silenciar va mucho más allá: muchas de mis amigas han huido de las redes sociales. Yo misma he optado por periodos de silencio, incluso fuera del ámbito online, porque ya me duele la boca de repetir una y otra vez lo del feminismo, lo del consentimiento, lo de las denuncias, lo de construir un nuevo canon, lo de que no aparecemos ni en los carteles.

Empecé a escribir “Cerca de la Lettera” porque al lado de mi vieja máquina de escribir se amontonaban libros maravillosos que no merecían el silencio. Libros editados por editoriales con pocos medios, pero con catálogos elaborados con mucho mimo. Libros escritos por mujeres con una calidad altísima, una sentimentalidad tan distinta y a la vez tan igual. Libros en la periferia, que es donde realmente ocurren las cosas interesantes. Los caminos trillados suelen ser más fáciles, pero también bastante más aburridos, ¿no?

Realmente, empecé esta colaboración con un único objetivo: que leyerais a mis amigas. Más de cuarenta autoras han pasado por la Lettera. Ojalá que os emocione como me emociona a mí cualquier poema de Ventanas (Ediciones en Huida, 2024) de mi amiga Pepi Bobis Reinoso. Que un puño os atrape el pecho con Los labios de la herida (Editorial Niebla, 2024) de esa poeta de luz y de sal que es Estela Rengel. Y también que os sintáis como una valkiria sola en medio del bosque, que es lo que a mí me pasó cuando leí Balada de la soltera (Averso, 2023) de mi admirada Ana Patricia Moya. Que ya no podáis mirar al vecindario de la misma manera porque cualquier tendedero os lleva a La mujer de enfrente (Maclein y Parker, 2023) de mi querida Carmen Camacho. Y ojalá la próxima vez que habléis de amor lo hagáis con unos versos de Cartografía del frío (Pre-textos, 2021) de mi compañera de aventuras líricas Charo Prados. O sumergirte una tarde de lluvia como la de hoy en los aforismos de una de las mujeres más talentosas que conozco: Itziar Mínguez Arnáiz, recogidos en Nubes y Claros (Cuadernos del Vigía, 2021).

Pero además de estas amigas, con las que reconozco mando mi objetividad a que se dé un paseíto por la Plaza de las Monjas, tengo otras a las que nunca conocí, con las que nunca compartí espacio, recital, tiempo, charla, café… y con las que sin embargo suelo mantener vivas conversaciones. Amigas tan dispares como Maya Angelou, Gata Cattana o la japonesa Kaneko Misuzu, que con su libro El alma de las flores (Satori Ediciones, 2019) trae la tranquilidad a mis días.

En los últimos tiempos cuando me siento cansada, pero cansada de verdad, cuando me siento sola, incomprendida, más perdida que nunca y con menos argumentos que un gorrión delante de una miga de pan, practico lo que yo llamo el fundido a morado. Durante unos días dejo de discutir, dejo de argumentar, me refugio en mis libros, intento ser consecuente con mis pensamientos, coherente con mis ideas. No pego mi nombre en los carteles sin ningún motivo ni pronuncio el nombre del feminismo en vano. Hago fundido a morado. Punto y aparte. Me callo y leo a mis amigas.

Y Gata me dice que “Nosotras siempre hemos sido lo que nunca seremos”.

 

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