Hace menos de un mes cautivó a los moguereños con su concierto espectáculo Genios de Andalucía, y ahora lo hace en Ayamonte. Dos ciudades de cultura en dos noches mágicas de los genios de Prado. El público del auditorio de la Casa Grande asistió a la cita donde el pianista onubense, puso su gran técnica y conocimiento profesional al servicio de una música nada fácil, al pintar con sonidos a genios tan conocidos, como Picasso, Lorca, Juan Ramón Jiménez, Francisco Ayala, Castillo, Alberti, Falla, Vázquez Díaz y Wilkins. Sus prodigiosas dotes interpretativas y portentosos recursos técnicos hicieron conmover al público ayamontino.
La elegancia contenida en las melodías de la suite Genios de Andalucía evocan los sentimientos más ocultos, magnánimos y grandiosos posibles. Abrió el concierto con la figura de Francisco Ayala con una sutil y cuidada interpretación. El pianista derrochó fuerza y temperamento a la exigente partitura de De no ser por Paris, dedicada al compositor gaditano Falla, para remansarse y cantar con espontaneidad la delicada obra escrita a Manuel Castillo, despertar en Sevilla. Estridentes acordes para el retrato de Picasso y para finalizar la primera parte del concierto, el músico eligió Juan Cobos Wilkins, los jardines concéntricos, que con intensa expresividad, en su vertiente virtuosística, bajo las imágenes de una corta Atalaya como corazón de su tierra, exaltó la figura del escritor ante un público que disfrutaba de un magnífico concierto.
La segunda parte comenzó con Rafael Alberti; el mundo sonoro, una creación llena de grandeza y misterio. La interpretación de Juan Ramón Jiménez, la luz con el tiempo dentro, estuvo apasionada y muy musical en la parte lenta de la obra. Vázquez Díaz per aspera ad astra, constituyó otro de los momentos importantes de la noche. Como punto final Federico García Lorca; paisaje andaluz de gritos y silencio, obra muy exigente para el solista, con la que consiguió que lo difícil pareciera fácil, con una pulsación muy uniforme y un fraseo exquisito, hizo una versión brillante y flexible, con nitidez, musicalidad y especial vibración poética.
Encomiable la demostración que el onubense hizo de sus facultades y medios, y la perspicacia con la que se acercó a las diversas etapas y estilos de los creadores retratados.
Prado dejó bien sentado en Ayamonte, una vez más, que sus cualidades pianísticas y compositivas conmueven al público. El trabajo que desarrolló durante todo el concierto, fácil en el mecanismo, noble en el fraseo y amplio en la expresión, mantuvo un elevado nivel interpretativo.
El numeroso público asistente supo premiar la excepcional actuación con entusiasmo, despidiendo a la suite con la ovación merecida para el músico, maduro en la interpretación y en su pensamiento musical que le coloca en una situación puntera entre los pianistas y compositores españoles de su generación.