La portada de EL MUNDO de hoy domingo 14 de julio es sencillamente demoledora para la imagen del presidente del gobierno, para el ejecutivo mismo y para la dirección del Partido Popular. Mariano Rajoy mantenía contactos reconfortantes por medio de mensajes telefónicos con Bárcenas cuando ya se conocían todos los datos de las andanzas de ese hombre, cuando se sabía que tenía cuentas en Suiza e incluso después de las famosas fotocopias publicadas por ELPAÍS.
Hasta aquí sabíamos que el PP se presentó a las elecciones generales con un programa que no tenía la menor intención de cumplir y sabiendo que el déficit público del gobierno Zapatero era mucho mayor de lo que contaba Salgado, encontró la justificación perfecta para cambiar su oferta en la línea de “donde dije digo, digo Diego” Pero ahora las cosas empeoran porque con el caso Bárcenas tenemos la fundadísima sospecha de que el PP se financió ilegalmente y que pudo pagar su campaña con ese dinero ilícito. Pero empeorando de renglón en renglón, resulta que con el primer original presentado ante el juez por el director del diario EL MUNDO, se confirmaría que Mariano Rajoy recibió parte de ese dinero por medio de los famosos sobres, él y otros miembros de la dirección popular y algunos miembros del gobierno.
Mariano Rajoy se ha convertido en un problema para sí mismo y resulta enormemente incómodo para el PP y para la gobernabilidad del Estado. Para sí mismo porque, en primer lugar, tendrá que dar explicaciones políticas y quizás también de orden legal. Hoy muchos ciudadanos, analistas, periodistas, políticos, imagino que muchos afiliados y votantes del PP ponen en duda que Rajoy deba seguir gobernando. El PP se ve involucrado en un caso de corrupción sin parangón porque el mismo presidente y ministros de su gabinete pueden estar implicados. Esta situación, sumada a la nefasta gestión de la economía en relación con los trabajadores y los más desprotegidos, coloca al gobierno y al PP en una situación agónica ante el electorado. Y como no puede ser de otro modo, la gobernabilidad del Estado se ve afectada porque la confianza en el ejecutivo se encuentra bajo mínimos y los partidos de la oposición estudian presentar una moción de censura que, aunque destinada a fracasar, dibujaría ante la opinión pública un gobierno contestado y en plena soledad.
La última encuesta conocida da la victoria al PP pero perdiendo 60 escaños y 6 negativos también al PSOE. IU subiría hasta 50 y UPyD hasta 30 o 34. No sé qué podrá pasar a medida que nuevos datos se vayan conociendo y permeabilizando la sociedad, pero lo claro de estas cifras es que el bipartidismo se va agotando. Yo me pregunto si otros partidos podrían absolver la situación y capitalizar el desencanto ciudadano. Por supuesto que me encantaría que aparecieran formaciones radicalmente regeneracionistas y apostando por la refundación del Estado, pero me temo que muchos de los partidos con esas características, se podrían estar convirtiendo también en organizaciones con prácticas al uso. Es cierto que cada vez pierdo más la fe en la capacidad de las personas para hacer ofertas limpias a los ciudadanos desde organizaciones con funcionamiento democrático, participativo y colegiado. Aún así habrá que ir hacia ello, intentarlo una y mil veces, al menos aquellos que estén en condiciones de mostrar su fe si no en todo el género humano, al menos si en parte del mismo. Además, la opción regeneracionista o, como yo gustaba llamarla en vida de Fernando Infante para contrastarla con su idea, la opción redemocratizadora del Estado, no tiene por qué estar representada por un solo partido o por una única organización. También la pluralidad es posible en la regeneración, la redemocratización y en la tan necesaria refundación del Estado.