La escultura barroca en madera es una manifestación artística muy específica que se caracteriza por unos esquemas que fueron desarrollados a raíz del fervor religioso potenciado por el clima de la Contrarreforma. Si bien se dan similitudes entre las esculturas barrocas napolitanas y españolas, también se pueden dar problemas de conservación independientes, a causa de las particularidades que rodean a una y otra escultura y que influyen positiva o negativamente en su mantenimiento. Posibilitar que se lleven a cabo intervenciones factibles para la protección de estas obras, así como proponer una serie de recomendaciones que faciliten su perduración a lo largo del tiempo es el objetivo de la investigación realizada por la Doctora en Patrimonio Histórico de la Universidad de Huelva Ángeles Lozano Domínguez y dirigida por el profesor Doctor en Historia I José María Morillas Alcázar.
Según argumenta la autora de la investigación, los vínculos entre España y Nápoles que se produjeron principalmente durante los siglos del Virreinato napolitano (XVI-XVIII) influyeron en ambos territorios no sólo desde un punto de vista económico o comercial, sino que afectaron también a la cultura en un amplio sentido y, en consecuencia, al desarrollo de las manifestaciones religiosas y la expresión de esta religiosidad a través del arte.
A través del análisis de las obras de los principales escultores napolitanos como Giacomo Colombo, los hermanos Perrone, los hermanos Patalano, Nicola Fumo o Nicola Salzillo, entre otros, se muestran las relaciones entre ellos, pero también con la clientela española –noble y eclesiástica– pues muchas de estas obras actualmente se localizan en territorio español.
Aunque en la península italiana el material predominante en la escultura sea el mármol, la influencia española en Nápoles hace que la madera sea un soporte utilizado. “Pero estas imágenes en madera del sur de Italia, de gran interés en su época, han tenido un papel secundario hasta que se produjo su revalorización a mediados del siglo XX, debido a que se daba más importancia a las esculturas realizadas en otros materiales como el bronce o el mármol, y ello se ha reflejado en su descuidado estado de conservación”, expone Ángeles Lozano Domínguez.
Además, la autora señala que “en la escultura napolitana se han empleado maderas autóctonas de la región de la Campania, como el tilo y el álamo de Cervinara o el Álamo negro, especies que son fácilmente atacadas por insectos que se alimentan de la madera”. Caso contrario que en España, donde se han empleado maderas de calidad, en algunos casos procedentes de El Líbano o La Habana.
La investigación apunta como otro de los posibles motivos del mal estado de conservación de estas piezas la funcionalidad religiosa que aún mantienen algunas de ellas pues, “en la mayoría de los casos, la escultura ha sido un reclamo para el fiel, de modo que se ha visto expuesta a una manipulación incontrolada dentro y fuera de los espacios religiosos”. Asimismo, el deterioro también se incrementa a causa de las “modas que han realizado numerosas modificaciones de origen morfológico y estético en las imágenes, a la participación continua en actos litúrgicos y a intervenciones poco acertadas que, con la intención de repararlas, han ocasionado daños mayores”.
A las circunstancias anteriormente citadas, que tienen como origen la mano del hombre, habría que añadir una directamente relacionada con los fenómenos naturales como es el nivel elevado de riesgo sísmico al que están expuestas no sólo las esculturas en madera, sino todo el patrimonio material de esta zona de Italia. Con respecto a esta circunstancia habría que destacar el terremoto de 1980, localizado en el centro-sur de la Campania, que causó un grave daño en el patrimonio cultural de esta región, y fue el punto de partida para la restauración de muchas imágenes dañadas por el sismo.
El protocolo de actuación ante los problemas de conservación planteado en esta tesis ha sido elaborado para servir como guía en la práctica de la conservación-restauración de las esculturas de madera del barroco, especialmente las de origen napolitano de finales del siglo XVI y principios del XVIII. Atendiendo a las particularidades de la escultura napolitana, estas intervenciones tienen en cuenta las características y estado de conservación de las especies de madera empleadas en el soporte, así como la delicadez de la policromía y los estofados, elementos distintivos de las obras. Igualmente, se tiene en cuenta la ubicación de las mismas, que por lo general suele ser en ambiente eclesiástico, con las consecuentes condiciones de conservación. Por último, se contempla la funcionalidad religiosa, en estrecha relación con la ubicación, que puede ser una de las causas de diversas intervenciones con el empleo de criterio poco adecuado a la tipología de estas piezas.