(Texto: Rafael Núñez Rodríguez) Si una tarde tomando café por Huelva, Juan Ramón Jiménez se presenta ante ustedes, no se lo cuenten a nadie. Probablemente os tomen por un poeta que toma café y necesita hacer la presentación de un poemario, o bien alguien crea que han fumado alguna sustancia con cierto principio activo alucinógeno. Verán: ayer por la tarde en la Biblioteca Pública por mediación del Centro Andaluz de las Letras, Ángel Poli presentó su poemario “Humor prescribe sin H”, editado en la colección Tierra de La Isla de Siltolá este 2016. No me pregunten quién es Ángel Poli, ya lo saben: DICCIONARIO/ ÁNGEL:/ Espíritu celeste, intermediario/ entre Dios y los hombres/ POLI: /Prefijo que denota/ pluralidad./ ÁNGEL POLI:/ Demonio singular e intermitencias./ (Parejas vitalicias consiguieron/ fundir, tras sexto y alma, los semblantes.)
La presentación corrió a cargo de un poeta alucinado pero por la poesía de Poli. Le correspondió a José Ángel Garrido que hizo de cicerone psicodélico en el país de las musas químicas postmodernas, tras narrar su encuentro con nuestro Nobel, dio paso a Ángel Poli. El poeta leyó y leyó, el público callado como si regalasen silencios y atención. Nadie se pudo contener el aplauso a lo largo de la lectura y en concreto con los asombrosos sonetos. Uno fue dedicado a su pareja de hecho poética: don Francisco Ruano, no faltó aunque no asistió el susodicho, (suspéndalas a todas o mejor apruébelas y así no las vuelve a ver ¡qué pesadas las alumnas de segundo de Bachillerato con el don, los exámenes y las distracciones!) todos hablando mal de Ruano, que si soneto para arriba, que si alusión para abajo. ¡ay don Francisco cuánta sutil sospecha!
Tras la lectura extensa, generosa, a gusto del consumidor y bis para el público. El acto se cerró entre aplausos. Por cierto, alguien pidió razones para comprar el poemario. Se las doy y gratis: poesía muy trabajada y depurada, gran capacidad humorística e irónica y una gran variedad de recursos estilísticos ¿les parece poco?
La literatura se distingue cuando nada falta y nada sobra. Un acierto por parte de La Isla de Siltolá y por parte de quien lo compre. En cualquier caso, si yo fuese usted iría corriendo a La Taberna del Libro de Moguer, así le devuelven la visita a Juan Ramón, se toman un café en alguna de las bonitas plazas del pueblo, saludan a José Manuel Alfaro y compran este maravilloso “Humor prescribe sin H”.