El último informe del Banco de España sobre la situación de la economía española arroja luces y sombras, aunque lo más importante es comprobar cómo España está resistiendo el proceso de ralentización económica que tiene lugar en toda Europa mucho mejor que sus vecinos de la zona Euro. La previsión de crecimiento para este año es del 2,2%, cuando la de la zona Euro, según los últimos datos del Banco Central Europeo, es de solo el 1,1%. El crecimiento previsto en Francia es del 1,9%, en Alemania del 1,0% y en Italia del 0,6%.
Si analizamos uno a uno todos los datos del puzzle que compone la economía española hay más razones para el optimismo que para el pesimismo: crece el empleo, hay menos paro, la construcción se ha vuelto a recuperar, la llegada de turistas se mantiene en niveles altísimos, el consumo de las familias sube, las condiciones financieras para hipotecas y préstamos son favorables, aumenta el gasto público de las administraciones y la bolsa se recupera del mal año que vivió en 2018, cuando el Ibex cerró en 8.540 puntos, lo que aconseja a invertir en acciones a través de las distintas plataformas o empresas especializadas, como trade.com live stoks.
El único punto débil que ve el Banco de España en su informe es el escaso ahorro que están teniendo las familias españolas, lo que se explica en buena medida por el aumento del gasto después de haber pasado unos años muy duros entre 2008 y 2013. En esos seis años el PIB español bajó un 10,3%. A partir de 2014 comenzó la recuperación, con subidas por encima del 3% en los años 2015, 2016 y 2017. Estaba claro que ese ritmo sería imposible de seguir, pero no ha habido una caída brusca sino que se está en un lento aterrizaje. En 2018 el PIB creció un 2,6% y para este año la previsión es del 2,2%, mientras que para 2020 es de un crecimiento del 1,9%, un incremento muy superior al resto de países de la zona Euro.
Los nubarrones que pudieran dibujarse para la economía española están marcados no tanto por la situación interna como por las tensiones que se produzcan a nivel internacional. La guerra comercial entre Estados Unidos y China, el Brexit, si finalmente los británicos eligen la opción ‘brexit duro’, o la desaceleración de la dos economías motores de la Unión Europea, Alemania y Francia, son los principales motivos de preocupación, junto a un repunte del precio del petróleo si se mantiene la tensión entre Estados Unidos e Irán.
Los indicadores macroeconómicos, al menos por ahora, invitan al optimismo. Sirva el paro como ejemplo, ya que se ha situado en abril en el 13,8%, con medio millón de desempleados menos en el primer trimestre que en el mismo periodo de 2018. Esto ha hecho que haya 19,4 millones de cotizantes en la Seguridad Social, con lo que el consumo interno crece a un gran y sostenido ritmo, gracias también a la recuperación de los salarios de los funcionarios y la elevación del salario mínimo, que lejos de destruir empleo tal como vaticinó el Banco de España, ha ayudado a crearlo.