(Texto: BERNARDO ROMERO) LA CELESTINA, de Fernando de Rojas en versión de Eduardo Galán. Dirección: Mariano de Paco Serrano. Música: Tomás Marco. Intérpretes: Gemma Cuervo, Olalla Escribano, Alejandro Aréstegui, Santiago Nogués, Rosa Merás, Jordi Soler, Natalia Erice, Irene Aguilar y Juan Calot.
Democracia directa. El público, o una parte del público habitual del festival de Niebla, constituido en asamblea de admiradores y seguidores del dicho acontecimiento cultural, ha elegido entre tres distintas propuestas de la organización para seleccionar de entre ellas una que completara el cartel de este año. El público por mayoría eligió La Celestina, el clásico de Rojas en una versión de Eduardo Galán y que ha sido dirigida, por decir algo, por Mariano de Paco Serrano. El público soberano ha pinchado en hueso.
Se dejarían llevar por el pesado nombre de Gemma Cuervo, muchos años sobre las tablas, en un plató y sonriendo delante de las cámaras a un público que la adora, sobre todo desde que interpreta a personajes tiernos en televisión. Detrás de Gemma Cuervo venía todo lo demás, una obra tediosa y larga que mereció la más esmirriada tanda de aplausos que se recuerda del aplaudidor público onubense en las veintisiete ediciones de esta cita con el teatro y la danza. El público, puesto en pie al fin, después de dos horas y pico sentados en las que siguen siendo incómodas butacas de Niebla, aplaudió con cortesía a unos actores que habían hecho lo que buenamente habían podido para salvar una obra en la que la dirección de actores, por poner un ejemplo simple de seguir, no es que fuera malo o regular, sino que no existía, así de fácil. Un actor, o dos, actuaban, largaban su texto – con más fallos y equivocaciones de las deseadas – y el resto de actores a los que les tocara la tortura de estar en escena en ese momento, se quedaban allí plantificados, como estacas. También podríamos hablar de la chocante escenografía, probablemente comprada en el chino de la esquina, o del también inexistente ritmo de la obra, que sobresalta y descoloca al respetable, al mismo respetable público que para el año próximo debería dejar la responsabilidad de componer un buen cartel del teatro a la organización, que de todo esto algo deben de entender habida cuenta de los buenos carteles con que nos acostumbran a regalar año tras año. Aunque algo de culpa tienen también, pues al público soberano y solero que se ha erigido en conductor de la programación, se le dieron tres alternativas y ellos lo único que han hecho las criaturas, ha sido elegir una. La de la señora esa mayor tan simpática que sale en televisión. Y que conste que Gemma Cuervo es más, mucho más de lo que puede demostrar en esta Celestina tan apagadita y poco aprovechada. El resto del elenco también hace lo que puede, e incluso se sitúan con profesionalidad por encima del dislate que ha montado el director, para acudir en ayuda de un clásico al que se le pueden hacer unas dieciocho mil versiones y hacerlas todas buenas.
En todo caso, y para que no se vayan a casa con el beneplácito de la totalidad, querríamos recordar el monólogo final, histriónico y perdido, de Jordi Soler, como todo lo que en esta obra no tiene más remedio que navegar a contracorriente en esta puesta en escena hecha a retales, sin ritmo ni cadencia que la amparen. El suicidio de Melibea no tiene desperdicio y el parpajazo que se pega el Calisto ya ni les cuento, porque Socias, dando saltos y alaridos nadie sabe por qué razón y sin venir a cuento ni a guión, nos viene a decir que ellos, los actores, han venido a salvar lo que buenamente puedan de un naufragio que se veía venir desde la primera escena, cuando nos quedaban todavía dos horas y cuarto por delante. Un naufragio en la bañera. Ojú.
4 comentarios en «Naufragio en la bañera»
Esto es lo que pasa con los actores televisivos cuando se meten a hacer teatro. Por lo visto la anterior Melibea los dejó plantados para irse a una serie. El teatro como decía el difunto Agustín González es el escalón más alto para el actor, y la televisión el más bajo. Pero la culpa´n de la productora por contratarlos y sobre todo del director que no tiene ni pies ni cabeza en su trabajo. Con todo el buen teatro clásico que ha venido por Niebla con gente de menos nombre… Estos se llevan la fama y el dinero y los actores de verdad son los que cargan la lana y nos emocionan. Mi consejo… que se vuelvan a la tele otra vez y nos dejen a los aficionados al teatro deleitarnos con los que saben.
No estoy de acuerdo con la crítica. Para empezar no hay ningún personaje que se llame Socias. Por otro lado, no fue para nada esmirriada en aplausos y todo el público se puso en pié. Si la obra no hubiese gustado no creo que el público se hubiese alzado. La crítica resalta por su vulgaridad, se podría haber hecho con más elegancia. La obra no se hace para nada larga, se sigue perfectamente (aspecto importante en una obra escrita en castellano antiguo, que está hecha para ser leída y no representada), la versión es muy buena y ágil y los actores en general desarrollan un papel excelente. El crítico no sólo está desconforme con la obra, sino que critica al público y al recinto (yo no estuve incómoda en los asientos acolchados).
Estoy de acuerdo con la critica. Me esperaba mucho más de la representación.Música inadecuada,escenografia muy pobre. Gemma Cuervo es una gran actriz, pero me recordó más a una chica de oro que a una «puta vieja»; me acordé con frecuencia de un gran papel de Celestina interpretado hace muchos años por la recordada Amelia de la Torre.El resto de actores buenos.
Es la primera vez que he ido al teatro al aire libre de Niebla y salí decepcionado.Lo mejor el recinto, lo peor el mobiliario y dos horas y cuarto sin descanso.
Vaya, pues qué debut. Tengo que decirte que en todos estos años, veintisiete, han abundado los buenos y muy buenos montajes. Esta Celestina ha sido una excepción, no siempre la organización va a acertar, y me consta que trabaja duro para componer buenos carteles. Espero que vuelvas a Niebla, a veces hay representaciones que ni te enteras de lo incómodos de los asientos. Saludos cordiales.
Post scriptum: Recuerdo que las primeras ediciones del Festival se hacían con el escenario al fondo a la derecha del actual y las sillas eran de tijeras, de esas de ferias de toda la vida de Dios: mucho más cómodas ¡Dónde va a parar!