A esos chavales que saben perfectamente que no serán nada en la vida, les estoy viendo en el telediario de las tres, le han metido un cerillo a Londres y todos siguen sin quererles oír.
Viven en zonas marginales, donde existe una guerra larvada, una violencia que ordena las vidas y los destinos de quienes tienen la desgracia de vivir en alguno de esos barrios. Algún día salen del barrio, vuelcan coches a los que prenden fuego, rompen un escaparate para llevarse cada cual lo que puede y entonces salen en el televisor. Después, cuando de estos incendios no queden ni los rescoldos, todo seguirá igual. Esos barrios estarán a merced de las bandas de narcotraficantes que mueven cantidades estratosféricas de libras esterlinas, y el que quiera sobrevivir tendrá que pasar por el aro: o delicuente o te mato, no hay medias tintas. Es la ley de la selva.
Pero eso pasa en Inglaterra, que sostiene en su inestable cuna los restos del imperio. Aquí en España algunos creen que no, que no ocurre nada de esto, pero esos mismos chavales que están ahora preparados para enfrentarse a las fuerzas del orden público y hasta al ejército, porque entre otras cosas no tienen nada que perder, también andan por aquí.
Son inmigrantes pero sobre todo son españoles, hijos de familias desestructuradas, a cuyo alrededor la droga es una medicina habitual y la violencia el único lenguaje que se utiliza. Les estamos metiendo a rastras en el colegio, en el instituto, creyendo que de esta forma se evitará que superen a sus progenitores en hábitos de vida y costumbres o comportamientos sociales, pero no. Todo sigue igual. Se comportan con la misma insolencia de aquellos londinenses que tanto nos asustan, son incapaces de ver en el estudio, en la formación y en todo lo que suponga el más mínimo sacrificio, una manera de librarse de un destino que lo tienen estigmatizado en la frente. Bastante tienen con una infancia adobada en malos tratos, en una adolescencia que tiene como única referencia el poder del dinero, algo que ellos saben a ciencia cierta que nunca alcanzarán. Estos jóvenes que están aquí, en los próximos lustros, con unas tasas de paro que ya nunca bajarán del lugar en el que se han situado o poco menos, crecerán y se multiplicarán. Cuando se sientan mayoría, cuando la noche y la masa los amparen, tomaran un encendedor y un adoquín para romper escaparates y pegarle fuego a una ciudad, a cualquier ciudad. Entonces, sólo entonces, los políticos querrán solucionar un problema que ya se habrá extendido como una mancha de aceite.
Algunos creíamos que un futuro con tasas de paro en torno al 20% se sostendría con prestaciones sociales que permitieran a una parte de la población mantenerse entretenida con fútbol y televisión, drogas de diseño y cerveza barata, pero no. Saltarán. Con un mechero y una navaja bien afilada, saltarán y entonces no quedará más que resistir o enfrentarse a una barbarie irracional, incapaz de conocer el origen o la razón de su miserable existencia, incapaz casi de pensar. Contra esta hidra de aliento venenoso, no habrá más fuerza hercúlea que la formación y la educación por un lado, pero por otro la reducción de la jornada laboral y el aumento de los salarios. El nuevo sistema productivo, modificado sustancialmente por la masiva incorporación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, no pueden beneficiar sólo a los empresarios, a los grandes empresarios por mejor decir. Tienen que socializarse, beneficiar a todos. De esta manera se reducirán las tasas de paro y los ciudadanos, incluso los más desfavorecidos, podrán tener un horizonte más atractivo al que caminar. Todo lo demás, es esperar impasibles a que llegue el horror de la sinrazón, esa que trae de la mano el caos y la destrucción.
2 comentarios en «EL DUENDE
Como en Londres
[Bernardo Romero]»
Magnifico tu articulo amigo Bernardo,como siempre con el dedo en la llaga,que sirva de aviso a los politicos,esto va a suceder en Huelva,
?cuando¿no creo se demore mucho,pues no hay medidas de choque contra todo esto que comenta nuestro amigo,cuando menos lo esperen el fuego les alcanzara las piedras le daran y ya sera tarde para restificar sobre lo mal que lo han hecho,y mientras familias desechas,jovenes delinquiendo y sumidos en las drogas,porque la sociedad no se acuerda de ellos,que en definitiva es quien pone a los politicos….cuidadin cuidadin,el lio esta al venir.
Saludos.
exacto.
enhorabuena por el análisis.