Anda Javier Barrero anunciando buenasnuevas por toda Huelva. Es don Javier en estos momentos la más viva expresión del optimismo que tanta falta nos hace. Lo último que ha anunciado con gran solemnidad es que los proyectos mineros que se van a poner en marcha den 2012 supondrán 2.000 puestos de trabajo. Ojalá acierte, porque si algo hay en la Cuenca Minera onubense es paro. Y ojalá acierto es los miles de puestos de trabajo anunciados con los regadíos y ojalá acierte con los otros tantos que se van a crear con las inversiones en infraestructuras y…, en fin, que ojalá acierte, porque estamos en una de las provincias con más paro de España y si algo falta aquí son iniciativas que creen empleo.
El problema es que tanto parabién se está anunciando en la infinita precampaña que lleva el responsable socialista desde ya dos meses. Nadie le va a poder negar a Barrero, si el PSOE perdiera por primera vez las elecciones en la provincia de Huelva, que no se lo ha currado.
Tanta visita y tanto desenfreno viajero es algo que también tiene su pero y su interrogante: ¿Por qué no ha hecho lo mismo en los últimos años? Si algo escama a los electores son los políticos que llaman a su puerta cada cuatro años para pedirles el voto y se olvidan de ellos después.
Puede que no con tanto ahínco y tanto desenfreno viajero como el actual, pero lo que demandan los ciudadanos es que los tengan en cuenta más a menudo, aunque no se les pueda dar solución a todos sus problemas, pero al menos que se les escuche, que se les vea. Cercanía, en suma, una cercanía que se pierde cuando alguien se instala en un lugar privilegiado del Congreso de los Diputados demasiado tiempo.
El fragor viajero de los candidatos socialistas está bien, sólo que deberían tenerlo como eje de su actuación política durante el mandato compleo y no sólo cada vez que se aproximan las elecciones. A saber: apostamos doble contra sencillo que Petronila Guerrero, por ejemplo, va a hacer más visitas a pueblos de la provincia durante esta larguísima campaña que en varios años al frente de la Diputación Provincial. Es, es resumen, como cuando un político se presenta en una procesión a la que nunca antes solía acudir, no sólo sorprende, crea desconfianza.
Quien quiera hacer la cuenta lo tiene fácil, sólo tiene que coger una calculadura y sumar kilómetros de desplazamientos hasta las elecciones y hacer lo mismo con el último año. La cuenta puede ser curiosa, llamativa y simpática.