A la campaña electoral se le han adjuntado un par de noticias esperadas y otra sorprendente. Divertidas las tres a más no poder. Las dos primeras son que el aeropuerto de Reus y el de Ciudad Real se han quedado sin vuelos. Sin uno sólo quiere decirse, que hay por ahí otros que andan sobreviviendo con el dinero del contribuyente, despilfarro sobre despilfarro, pues son aprovechados por alguna compañía que otra: más para trincar la subvención que para transportar un par de viajeros, como mucho, a la semana. Ahora, a este surrealista mundo de la actividad aeroportuaria española, se suma el estrambote máximo: una honesta empresa madrileña dedicada a la seguridad privada en discotecas y afines, así como a la mejora del ánimo juvenil, pretendía adquirir toda la terminal de transportes del aeropuerto de Ciudad Real para sus cosas.

Pero no ha podido ser. Qué se le va a hacer. La poli los ha trincado a todos.
Una empresa menos dedicada al ocio y ahora la coca más cara en Madrid. Una mala noticia para el sector en el país con mayor consumo de coca por habitante y año del mundo. Un desastre si se tiene en cuenta que el dinero de estos narcotraficantes, como los dineros que los capitalistas españoles evaden, o el de la trata de blancas o las armas, es el que alimenta a la banca de los paraísos fiscales, desde donde, en estos tiempos, se ataca de forma implacable al sistema financiero global. Aeropuertos, para qué os quiero.

Que se sepa, en Huelva sólo los de IU han estado en contra de la construcción de un aeropuerto en Huelva como el de Ciudad Real, ese que ya no tiene vuelos y le está costando un dineral a las administraciones castellano manchegas. Sí, ese cuyos planos se trazaron con la aviesa intención de pergeñar una empresa privada con dineros públicos, que es un buen invento. Genial. Pues bien, los del pesoe y los del pepé quieren su aeropuerto en Huelva, cada uno el suyo, eso sí, y al final lo tendrán. En la provincia con más problemas y carencias de infraestructuras, se construirá un aeropuerto. De eso no les quepa la menor duda. No se resolverá la conexión Huelva – Cádiz; no se cumplirá la promesa electoral decana de las campañas electorales españolas, la N-435 (desde el 79 en solfa); no se conectará la autovía a Sevilla con una salida directa al aeropuerto de San Pablo; no vendrá el Ave ni el avo… pero unos cuantos harán un buen negociete con el aeropuerto Cristóbal Colón (que a ver qué culpa tiene el hombre para que le pongan su nombre a este engendro) y luego lo terminaremos pagando todos. Ahora no, porque no hay un duro, pero en cuanto esto se enmiende, todos volverán a la carga con la estulticia del aeropuerto. Si no, al tiempo.

Hay dos motivos fundamentales para que los partidos mayoritarios estén como locos con lo del aeropuerto. Uno es obvio, se trata de un buen negocio para los privilegiados que lo ejecuten (y nunca mejor dicho) esto de comprar a un precio y vender a otro, de recibir créditos blandos o directamente que lo ponga la diputación y la cajasol, que una misma cosa son, aunque dinero de los ciudadanos al fin y al cabo, que ya se sabe cual es el origen y la razón de ser de las cajas de ahorro; pero el segundo motivo es absolutamente vergonzoso, pues se trata de motivar al pueblo ignorante para que les aplaudan con las orejas. No lo duden, dotar con un aeropuerto a esta provincia que ya tiene tres (San Pablo, Faro y Jerez) es un disparate y un despilfarro para quienes tienen dos dedos de frente, pero para una provincia en la que la mitad de la población es analfabeta cultural (según rasero de la Unesco y encuestas del INE), es un arma electoral acojonante. Huelva con aeropuerto, qué pasada. Así que no os quede la menor duda. Estos del pesoe y estos del pepé, nos colocan un aeropuerto en cuanto los dineros se les pongan a tiro. Además el electorado les aplaudirá a rabiar, por mucho que luego se lo tengan que vender a un grupo empresarial hispano colombiano. Si no los trinca la poli antes, claro está.