Hay ciudadanos que echan de menos a los líderes, a esas personas con magnetismo personal que asumen la dirección de los Estados o de las comunidades y que están revestidos de carisma. Felipe González tuvo ese carisma. José María Aznar no lo tuvo, al menos al principio. ¿Para qué sirvió el carisma de Felipe González? Para que se comportase como un caudillo populista con capacidad para encantar serpientes, para realizar promesas que nunca cumplía y para hacer largos discursos llenos de vacío pero que eran aplaudidos y celebrados. Por otra parte y al calor de sus gobiernos mesiánicos, florecieron la corrupción y el amiguismo y se llegó a extremos como la formación de un grupo terrorista por el que se llegó a condenar a todo un ministro de interior y a un secretario de Estado para la seguridad, además de otros políticos socialistas y cargos policiales.
José María Aznar no disfrutó de aquel atractivo para la sociedad española, pero llevó adelante una administración con amplios cumplimientos programáticos y grandes logros políticos, económicos y sociales. Y así lo reconoció el electorado español otorgándole una gran mayoría absoluta tras su primera victoria por mayoría simple. Además, dijo que sería presidente del gobierno dos legislaturas, y así lo hizo. Pero me gustaría bajar al ras provincial. Quienes nos dedicamos a esto, sabemos quiénes son los candidatos a las elecciones, conocemos sus nombres y sus trayectorias, pero el común de los ciudadanos, no. ¿Y por qué casi no se sabe quiénes son los representantes provinciales en el Congreso de los Diputados y en el Senado? Porque en la práctica y debido al sistema de listas cerradas y bloqueadas, además de la estructura partidista y oligárquica del Estado, da igual quiénes sean esos representantes porque sólo obedecen a las directrices marcadas por las direcciones de sus partidos o a sus mandatarios políticos. Así, no hay defensa de los intereses de la provincia, sino un apoyo masivo a la candidatura del primer aspirante a ser presidente del gobierno si tiene los apoyos suficientes. Por lo tanto, si no liderazgo provincial, al menos sí deberíamos exigir a estos candidatos, -auténticos privilegiados del régimen-, acercamiento a los ciudadanos y a los medios de comunicación ya que sólo parecen reservarse para pisar alfombras rojas o platós muy rentables políticamente. De esa manera, no, ni los candidatos de un lado ni los candidatos del otro. No pedimos líderes, pero sí compromiso social. Yo me avergonzaría de llevar años en el Congreso o el Senado disfrutando de altos emolumentos y consideración social y vivir a años luz de las necesidades de los electores y del contacto con ellos. Eso no es democrático, sino oligárquico y, en gran medida, clasista.
1 comentario en «EL LABERINTO
Príncipes del sistema
[Javier Berrio]»
Felipe Gonzalez Marquez cumplia lo que prometia y bien que lo cumplia, solo recordarle a los olvidadizos que, gracias a el hoy la gente se pone en Madrid en menos que canta un gallo, ¿alguien ve en la actualidad a alguno como el? el otro ha pasado a la historia por meternos en una guerra en la que no pintabamos nada y en decir que lo de Atocha habia sido ETA, ¿Hay difencias NO?