Casi un mes después de las elecciones autonómicas que trajeron la victoria insuficiente del PP en Andalucía, poco conocemos más allá de que existen conversaciones entre PSOE e IU, que el día 19 de abril se constituirá el nuevo Parlamento, que el 24 l se someterá a las bases de IU el pacto con el PSOE, que Sánchez Gordillo no acepta ese acuerdo con el partido de los EREs y que el PP ha intentado un gobierno con el PSOE sin Arenas ni Griñán en la presidencia. Todo indica que tanto PSOE como IU preparan a Andalucía como plataforma de oposición al gobierno central y que los intereses andaluces, así como los del Estado, se pueden ver gravemente afectados por una política poco rigurosa en el control del gasto que haga peligrar el compromiso de déficit ante la UE y que pueda hacer que el Estado intervenga las cuentas andaluzas.
Andalucía, por las razones que fueren, dejó pasar la oportunidad del cambio que proponía el PP. Para esta situación se han dado circunstancias de todo tipo, desde lo inoportuno de algunas medidas Rajoy, hasta la falta de comunicación del PP con la sociedad para explicarlas o la casi ausencia de campaña por parte del partido aspirante a la mayoría absoluta. Sea como fuere, Andalucía necesita un gran cambio y todo indica, como hemos dicho en otras ocasiones, que el PP, por sí mismo, no es capaz de provocarlo. El tiempo para un nuevo intento ha comenzado ya y en mi opinión, Andalucía tendrá que trabajar pueblo a pueblo y provincia a provincia para constituir un centro político capaz de dar relevo al socialismo eterno en el Sur. La práctica desaparición del PA tras innumerables intentos en los que cada vez ha perdido más fuerzas y efectivos, dejan abierto el espacio para que la formación que pueda nacer recoja el ideal de lo andaluz entre sus propuestas y reaccione al secular abandono de la comunidad desde un partido de obediencia exclusivamente andaluza.
Tal como el carácter individualista andaluz, la opción de centro nacerá desde las células más pequeñas para unirse después en una opción unitaria, aunque descentralizada. Un futuro gobierno no socialista en Andalucía pasa por esa opción. El PP no puede, por sí mismo, desbancar a la izquierda del poder en Andalucía como ha quedado demostrado el 25-M, momento en el que se daban las mejores circunstancias históricas para obtener la mayoría absoluta. No se trataba de que el efecto Rajoy ganase en Andalucía, sino que Javier Arenas y los suyos neutralizasen la engrasada maquinaria del PSOE y de una IU dispuesta a recoger los votos suficientes para ponerlos de nuevo al servicio socialista. Las sedes populares no fueron los hervideros de actividad que debieron ser y el rechazo al centro derecha social también le explotó a los de Arenas en las manos y les fue contraproducente. Andalucía espera otra opción y esa tendrá que comenzar a ponerse en marcha desde ya y quizás en el futuro, una colaboración cambie el signo político y social en esta Andalucía llamada a padecer, hoy por hoy, un gobierno de recetas más que ineficaces y anticuadas.