Pocas dudas hay entre los analistas políticos sobre quien ha sido el triunfador de las elecciones andaluzas. Es de Bollullos y tiene a sus espaldas una larga trayectoria política que va a pesar sobre las decisiones que IU tomará en las próximas semanas. Verdad que el PP de Javier Arenas ha logrado algo histórico como superar por primera vez al PSOE en Andalucía, pero el hecho de no poder gobernar enfría ese dato. Y verdad también que los socialistas de Griñán han bajado 9 diputados respecto a 2008, pasando a ser la segunda fuerza de la comunidad, sólo que con los escaños suficientes como para que el candidato socialista vuelva a ocupar la Presidencia de la Junta. Por resumir: En el PP se puede hablar de amarga victoria y en el PSOE de dulce derrota.
Sólo en IU se dan los elementos para que en la coalición se sientan como los verdaderos triunfadores: doble de diputados y la llave para modular el Gobierno de Griñán.
La memoria histórica de Valderas le ha hecho decir con rotundidad que el PP e IU son como el agua y el aceite. Él sabe muy bien por qué lo dice y, sobre todo, por qué lo repite de manera machacona, tras la experiencia personal que lo llevó a la Presidencia del Parlamento andaluz en 1994.
Valderas sabe, por tanto, que una victoria o apariencia de ella se puede acabar convirtiendo en derrota a poco que no se gestione de manera inteligente y acertada. Y esa es la difícil papeleta que tiene ante sí el bollullero y la coalición a la que representa.
Para empezar se encuentra de entrada rehén de sus propias palabras: no dejar gobernar al PP. Esa pauta de actuación la ha hecho pública y bien entendible durante la campaña para atraer al electorado desencantado del PSOE, que de otra forma podría haberse ido directamente a la abstención, sobre todo después de lo ocurrido en Extremadura.
El único punto débil de la situación de IU y Valderas estriba justo en la posición con la que han logrado tanta fuerza, ya que en el PSOE saben que tienen la Presidencia de la Junta asegurada. Así las cosas, Griñán, que ha demostrado que tiene olfato político, se lo va a poner lo más complicado posible de cara a un posible gobierno de coalición. Si en IU esperan gangas para formar gobierno que se olviden.
Lo malo es que la única salida posible que tiene IU para que el PSOE no acabe con la imagen de la coalición, como lo hizo entre el 94-96, es entrar en el Gobierno. Quedarse de árbitro en el Parlamento ya sabe Valderas las consecuencias que tiene, y que no son otras que acabar abucheado por todo el público, incluidos los suyos. A IU le ha costado 16 años levantar el vuelo de aquella victoria del 94 y su posterior debacle del 96. En dos años pasó de la gloria al infierno.
La responsabilidad que tiene Valderas es grande, porque de la gestión que haga de la situación que tiene entre manos dependerá el futuro de IU en los próximos 20 años.
Desde luego y como punto de partida para cualquier negociación, si no quiere acabar como cómplice de hechos que judicialmente siguen vivos y continuarán siendo un escándalo, Valderas debería dejar algo bien claro, tanto al PSOE como a todos los andaluces: de haber un gobierno de coalición, la Consejería de Empleo debe estar gestionada por alguien de IU. Ese gesto es imprescindible; y no se trata de defender ningún sillón, sino de lanzar el mensaje meridiano de que no se va a tapar nada de una Consejería que ha acabado por ser un ejemplo de cómo la administración puede parecerse más de lo debido a la famosa Cueva de Alí Babá.