Mal, muy mal lo ha debido pasar Ignacio Caraballo en su etapa de vicepresidente de la Diputación, y muchos sapos ha debido de tragarse ante el talante y la manera de llevar los asuntos del organismo provincial por parte de su antecesora, Petronila Guerrero. La que debe estar tragando ahora esos mismos sapos es la flamante senadora allí en los madriles, que ha de ver con cierto asombro como su compañero y sustituto no desaprovecha ocasión alguna para hacer borrón y cuenta nueva en algunas de las políticas impuestas por Guerrero.
Primero fue con el establecimiento de un nuevo organigrama y otra forma de querer trabajar hacia los ayuntamientos. Pero la bofetada simbólica auténtica a la etapa Petronila ha venido de la mano de la rescisión del alquiler del Hotel París, uno de los mejores ejemplos de cómo nuestros responsables públicos pueden jugar tan alegremente con el dinero de los ciudadanos. Caraballo ha hecho piruetas para vender que la rescisión supone un ahorro, y eso es así, pero lo que queda en evidencia es que hay que pagar más de 250.000 euros de indemnización a los propietarios del edificio, que unido al pago de los años anteriores supone un gasto escandaloso.
El tercer desplante ha estado relacionado con el aeropuerto, santo y seña de la etapa Guerrero y una demostración también de cómo con el dinero público hay responsables políticos que creyeron tener barra libre. ¿Para qué ha servido todo el dinero gastado en proyectos, papeleos y encargos? Caraballo no ha incluido en los presupuestos de 2012 ni un euros para una infraestructura que difícilmente se hará a medio plazo.
Y el cuarto bofetón ha tenido lugar este martes y ha sido con la firma por parte del nuevo presidente del Manifiesto que promueve la Asociación de Estudios Iberoamericanos por la Candidatura de la Rábida como Patrimonio de la Humanidad. Guerrero no quería ver a esta asosiación ni en pintura y siempre la ninguneó, algo que también hizo el PSOE. Ahora cambian las tornas y con evidente ‘mano izquierda’, Caraballo firma lo que Guerrero trató de ocultar siempre que pudo.
Habrá que seguir atentos, porque los bofetones simbólicos a Petronila Guerrero pueden no haber acabado. Ahora eso sí, el dolor de estómago que ha debido tener Caraballo en los años de doña Petronila de presidenta.