El Ayuntamiento de Huelva tiene problemas económicos muy graves. A nadie se le escapa. Y el alcalde, Pedro Rodríguez, debe darles respuesta con el equipo que en su día eligió por más que la situación sea verdaderamente dramática. Aquí no vale el mal de muchos consuelo de tontos. Ni ampararse en la complicadísima coyuntura que también atraviesan el resto de administraciones. Cuando Pedro Rodríguez optó a la reelección en las pasadas elecciones municipales era -o debería haberlo sido- plenamente consciente del estado de las cosas. Sabía cómo estaban las arcas municipales. Y también conocía la situación general de Andalucía y de España. Por tanto, sobran las excusas.
Si no tenía la manera de sacar adelante el Ayuntamiento de Huelva no se tendría que haber presentado a las elecciones. En ese caso, lo mejor habría sido que hubiera dejado paso a alguien que sí tuviera soluciones. De modo que ahora, sin más remedio, le toca apechugar con los problemas y buscar con urgencia la salida del túnel antes de que se desmorone el frágil equilibrio en el que se mueve el Ayuntamiento. Otros consistorios que soportan las mismas condiciones colaterales que el de Huelva demuestran que es posible. Nadie nada en la abundancia. Pero hay que reconocer que hay quien da pasos hacia adelante y quien los da hacia atrás.
Por esa razón Pedro Rodríguez está obligado a encontrar la fórmula de pagar a los trabajadores de Emtusa y al resto de los empleados municipales en tiempo y forma. Y si no lo hace y se producen protestas no le queda más remedio que aguantarse. Nadie podrá criticar nunca a un colectivo que legítimamente exige lo que es suyo. Si los concejales cobran cada mes, ¿por qué no van a hacerlo quienes se sientan al frente del volante de un autobús?
Sin embargo, todo tiene un límite. Y lo que está absolutamente fuera de lugar son las protestas encubiertas o acudir a argucias no anunciadas o previstas. Hay que ir con la cara descubierta. Si lo trabajadores de Emtusa quieren manifestarse, que lo hagan. Y si quieren convocar una huelga, que la convoquen. Pero desde luego es absolutamente impresentable que recurran a estrategias tan lamentables como la de dejar autobuses supuestamente averiados en puntos estratégicos de la ciudad. Los onubenses no tienen la culpa de la situación que soportan y, por tanto, no se merecen que se les trate de esa manera. Porque a quienes están perjudicando con esas acciones es a los ciudadanos, no al alcalde. Es importante que no confundan las churras con las merinas y que eviten sumir a Huelva en un caos circulatorio. Muchos onubenses también tienen que soportar retrasos a la hora de cobrar sus salarios, que por cierto no son tan abultados como los de ellos, y otros muchos se encuentran directamente en el paro y no por ello la toman con el vecino.