Contúndete y merecida la derrota del Recre ante el Elche. Otra goleada recibida como ya ocurriera en el desplazamiento a Santander. Este Recre presenta una cara bien distinta cuando juega fuera de Huelva. Los datos son demoledores. Ha jugado el equipo de Sergi cinco partidos fuera de Huelva y ha encajado diez goles y no ha marcado ninguno.
La debilidad del equipo en cuestión defensiva es algo que venimos denunciando con palabras
y gestos, desde hace más de dos meses. Hablamos de defensa y de sistema de
contención como punto más débil y vulnerable del Recreativo. Y aún quedando
mucho para el término de la competición, digo: si el equipo no se italianiza
fuera de Huelva, me volverán a oír ratificar que la firma de ser quinto por la
cola, será mi bandera.
Es muy fácil ganarle al Recreativo. Y tengamos en cuenta que si bien en casa se
han ganado los tres partidos, repasemos la entidad de los rivales como el Mirandés,
el Lugo o el Murcia. No son grandes plantillas. Tal vez el Murcia haya sido el rival
con mayor entidad.
En Elche, la defensa fue un caos con la entrada de Manolo Martínez, un jugador que
pide a gritos la grada dado su mal estado de forma y su nula adaptación al
sistema. Para ser central en este Recre que juega con la pareja abierta, se
debe tener la virtud de la velocidad, algo de lo que carece Manolo Martínez. En
un 4-4-2 sería titular indiscutible, pero en esta defensa tan arriesgada, el
hombre lo pasa muy mal.
Y critico a Sergi por no obedecer al sentido común que marca los cánones del fútbol.
Cualquier entrenador del mundo que logra una contundente victoria, como lo hizo
el Recreativo ante el Lugo, repetiría en mismo once. Es de lógica y es un
premio a esos jugadores que tan meritoriamente lograron la vitoria. Pues bien, llega el partido ante el Elche y son cinco los titulares ante el Lugo, los que se quedan fuera del equipo.
Sergi no tiene un equipo base. Sergi tiene claro cómo jugar y entiende que todos los
jugadores son válidos para su sistema. Los éxitos de los grandes equipos se
fraguaron cuando los aficionados conocían de carrerilla los once jugadores que
cada domingo saltan al campo. Hasta que el técnico no sea capaz de apostar por
un once cada domingo, el equipo estará con un desequilibro contante.