En al menos los últimos cuarenta años, en Huelva no ha pasado nada. O casi nada. Seguimos teniendo los mismos dirigentes políticos, sindicales y económicos, por mucho que las caras o los apellidos cambien. O casi. En el último tercio de siglo hemos tenido y seguimos teniendo las mismas promesas, los mismos discursos y las mismas mentiras de siempre. Al contrario que el resto de España, que algo ha ido evolucionando en estos años, Huelva se ha quedado parada en el tiempo. El resultado es lógico: ocupamos a día de hoy los últimos lugares tanto en niveles de renta como en analfabetismo cultural: en realidad en cualquier indicador socioeconómico que usted quiera consultar. Esto es un disparate.
Hace unos días, cuatro chavales con ganas de juerga, de divertirse sin hacer daño a nadie y con una visión del mundo menos disparatada, por supuesto, que la de nuestros dirigentes políticos, sindicales y económicos, pillaron por el morro y se lo llevaron puesto un coche tope, como se les llama o se les llamaba en la capital, o un auto de choque, como le nombran en el teletipo que reproduce este diario digital y otros medios de comunicación. Es muy probablemente la noticia más fresca y gratificante que he podido leer en estos últimos cuarenta años, y si quieren hacer la prueba, lean las noticias de hoy mismo o vayan a la hemeroteca y busquen a ver si encuentran algo mejor.
Cuatro chavales con ganas de divertirse, un poco pasados de rosca, se supone, y sin ánimo de joder a nadie, sólo con ganas de divertirse, repito, cogieron un coche tope y se dieron un garbeo por su pueblo, por la Puebla de Guzmán, la puebla de Saint Tropez que ha protagonizado la única noticia gratificante de este verano, seco y jodido como todos.
Aire fresco al fin. Luego de imaginar a esos chavales lanzados en el coche tope por una cuesta abajo, siga usted leyendo la mierda de todos los días. Que Huelva ha registrado el mayor nivel de ocupación hotelera de los últimos veinte años, que Huelva es la provincia con mayor número de hectáreas de cultivo ecológico de España y el extranjero, que Huelva mantiene los mejores parámetros en cuanto a calidad del aire se refiere, que Huelva emplea al mayor número de trabajadores parados de larga duración de España en todo el mes de julio, que Huelva aumenta la producción de no sé qué o que el puerto supera todos los datos históricos en exportación de bicarbonato sódico. Mentiras como estas, o parecidas, son las que nos desayunamos todos los días, y sus responsables, quienes nos mienten un día sí y el otro también, no se sientan ante un tribunal ordinario de justicia, por mucho que el resultado de tanto triunfalismo transmitido a los medios de comunicación sea el ya sabido y archireconocido. Huelva, mal que nos pese, está a la cola. A la cola de todo, además.
Ahora, a los del coche tope que nos han sacado una sonrisa y luego una carcajada cuando hemos compartido la noticia y comentado cómo irían por la cuesta abajo con el coche tope a todo trapo, les impondrán una sanción por conducción temeraria, cuando lo que hicieron fue divertir al respetable; les meterán una multa por alterar el orden cuando lo que hicieron fue precisamente no subvertir, sino afianzar el orden establecido echando un poco de agua fresca encima de esta calurosa y asfixiante corrección política que nos está matando, como el tabaco, de forma silenciosa pero evidente; y por último tendrán que abonar al propietario del coche tope una cantidad similar a los gastos ocasionados por la sustracción temporal del vehículo a tracción gravitatoria. Y ahí, si fuera inteligente, que lo dudamos, debería estar la administración autonómica, la provincial, la local y las cajas de ahorro controladas por el régimen, para hacerse cargo de la sanción. Igual que subvencionan un cine malo hasta decir basta, simplemente porque es políticamente correcto y afín a sus maneras de ver y entender la vida, simple, llana y mojonera; e igual que subvencionan a los mismos cantantes de todos los años para que actúen en sus ferias y verbenas con cachés muy por encima de lo que la razón y el sentido común, dictan; de igual modo, podrían subvencionar esta locura transitoria que nos ha hecho sonreír primero y reír después. Cuatro tíos a toda hostia por la cuesta abajo con el coche tope. Genial.