Aunque en su política educativa hay aspectos clasistas y regresivos, no sé si será exagerado solicitar al Congreso de los Diputados la reprobación del ministro Wert, tal como propone el PSOE. Creo que tras sus últimas palabras sobre la “españolización de los alumnos catalanes”, quizás debería haber sido cesado si no fuera porque quienes hoy piden la independencia de Cataluña lo considerarían una victoria. Diciendo lo que dijo, este ministro se puso en ridículo e hizo lo propio con todo el ejecutivo al que pertenece. Sus palabras fueron propias de una forma de españolismo pasada de moda.
Wert parte de la idea de que lo español es lo castellano, rompiendo las posibilidades de una globalización de lo español como superación del trauma histórico que supuso la “castellanización” y centralización del primer Borbón, Felipe V, en 1714. Aquella tremenda herida sigue estando abierta y no percibimos que nadie haya sido capaz de vertebrar el Estado de forma que todo el mundo se siente definitivamente cómodo y resarcido. Cuando en el 78 se redactó la actual constitución, los autores tuvieron que ser ambiguos ante la imposibilidad de llegar a un acuerdo territorial y por ello se habló de regiones y de nacionalidades. Los nacionalistas catalanes aceptaron aquel título VIII y votaron a favor del texto que ahora quieren incumplir. Por su parte, los nacionalistas vascos dijeron desde el primer momento no a aquel texto y la actual carta magna tan siquiera fue aprobada en aquel territorio.
Wert debió decir otras cosas y ser, más allá de políticamente correcto, elegante y algo más sensible e inteligente. Pero al ministro le salió loa vena conquistadora y regaló gasolina al Sr, Mas, el pirómano de San Jordi. Wert tiene que entender y saber explicar que hablar catalán es hablar una lengua española y que ser catalán es ser español desde su especificidad, de igual manera que son españoles los andaluces con sus peculiaridades lingüísticas y su forma de ser, los gallegos con su idioma y costumbres, los vacos con su vascuence, etc, etc, etc. Pero eso es entender la gran diversidad del Estado español y la plurinacionalidad del mismo sin que ese hecho tenga que llevar a su ruptura. Pero Wert no negocia, como tampoco lo hizo Rajoy cuando dio un no rotundo a la pretensión del gobierno catalán de hablar del pacto fiscal, dándole la oportunidad de entrar en el peligroso juego de independencia sí o independencia no.
Navarra y el País Vasco disfrutan de esa competencia financiera y si se le dio a ellos –Navarra no dejó de tenerla ni bajo el régimen de Franco-, otros podrían pedirla también, esté o no esté en esta constitución tan mal pergeñada. Es verdad que nunca he tenido miedo a la asimetría en la organización territorial y que una futura federación habrá de pasar por ahí. Es más, el Estado es, como queda visto con las competencias financieras de Navarra y País Vasco, claramente asimétrico. El caso catalán es que no admite no tener el máximo techo competencial que pueda tener la comunidad de más autogobierno. De ahí la pelea y ahí la solución. Sin duda, imagino que la recomposición de la actual inestabilidad pasará por negociar ese aspecto y quizás sea esa la salida que le quede al próximo gobierno catalán para rebajar la tensión soberanista y salvar la cara ante un pueblo al que ha encendido con un objetivo de dificilísima consecución. Y mientras eso llega y para que los partidos no soberanistas puedan variar en algo la balanza electoral, ministros como Wert no sé si deberían ser reprobados, tal como decía, pero sí silenciados ya que no parece deseable, en este momento, su cese ejemplarizante.
1 comentario en «EL LABERINTO
La reprobación
[Javier Berrio]»
Sr. Berrio: Por las opiniones que se recogen en las múltiples cadenas de televisión, yo me atrevería a decir que la balanza está al 50% en su favor y otro tanto en contra. Depende en que comunidad se hagan comentarios respecto a las palabras del Sr. Wert, que fueron la prolongación a las dichas con anterioridad de la Consellera de Cultura de la Generalitat, que dijo de forma categótica: Sic. Hay que catalanizar a todos los niños…»Hem de catalanitzar à tots els nois». Esta frase si que es excluyente, pues solo se admite en la versión xenófoba y nazi. El verbo españolizar tiene muchos matices, y el único matiz que yo entiendo que quiso aplicar el Ministro, fue en el ámbito cultural, es decir, que de acuerdo con las Constitución Española, en ella se dice que todos los españoles (sin exclusión, todos son todos los españoles) tiene el derecho y el deber de conocer el idioma Español o también llamado Castellano, así como a utilizarlo en cualquier territorio. Y como bien es sabido, en Cataluña desde hace lustros, el idioma castellano o español (así lo llaman desde Portugal hasta Kanchascka y desde Alaska hasta Cabo de Hornos) está postergado a dar escasamente una hora a la semana como «idioma extranjero», sin considerar que la enseñanza escolar se pueda denominar bilingüe (catalán-castellano). Es más, hoy por hoy, los niños catalanes de entre los 8 y 14 años, hijos de padres de lengua materna catalana,se expresan mejor en inglés que en castellano, e ignoran el francés, lengua también muy próxima al catalán.
No es de recibo que el actual Plan Docente, permita que un alumno de Asturias, pueda ignorar el nacimiento, curso y desembocadura del rio Ebro, que nace a pocos kilómetros de su Comunidad, o que los alumnos catalanes se lo adjudiquen como un río suyo porque pasa por una parte de Tarragona y tras dejar la isla de Buda, mezcle sus aguas con las saladas del Mediterráneo. ¿Qué opinarán los esforzados maestros de Cantabria, La Rioja, Navarra o de Aragón? ¿Pero de quién es el Ebro?
Y así en varias materias más. Aquí la verbo españolizar puede significar «adaptar a la realidad hispana todos los elementos físicos, étnicos e históricos que conforman la Nación como Estado, más antiguo de Europa. Dejar a un lado de una vez por todas, la famosa «inmersión lingüística» que tanto daño está haciendo a toda una generación de catalanes ahora en el futuro.
¿Usted se imagina, Sr. Berrio, que un Ingeniero/a o Químico/a catalán/a, con un expediente académico excepcional, tuvieran que ponerse a aprender «Idioma Español para Catalanes» a los 40 años de edad, para poder optar a una plaza de una Multinacional en Quito, o en Valparaiso, o en Caracas o en Jalisco?.
O simplemente, que pasados 30 años, todos los catalanes tengan que llevar un diccionario de bolsillo y un librito de conversación «Catalá-Espanyol», para poder tomarse un pollo a la chilindrón junto al Pilar, o un cochinillo asado en Segovia. ¿Usted no vería esto altamente ridículo?…Pues yo entiendo que el Sr. Wert quiso dar a entender eso. Que los que ahora son niños en edad escolar, mañana no sean «guiris» en su propia Nación.
Nadie pide que cese el aprendizaje del catalán en las escuelas e institutos en Cataluña, es una lengua española que debemos fomentar en su conocimiento, y como un gran tesoro que es, lo debemos cuidar y preservar para futuras generaciones de catalanes. Eso no es óbice para que al mismo tiempo tengan la ventaja sobre los castellanos, leoneses, asturianos, cántabros, riojanos, madrileños, manchegos, extremeños, canarios, ceutíes y melillenses, sus otros hermanos españoles monolinguës, de dominar dos hermosas lenguas vernáculas españolas. Igual ventaja les adjudico a los gallegos, vascos, valencianos y baleáricos con sus respectivas lenguas.
Sí, ya sé que existen las fablas y las hablas, pero son a mucha distancia de menor entidad, y desgraciadamente son ya el clásico «chapurriau» que mezcla multitud de vocablos de las zonas limítrofes de habla castellana, perdiendo su pureza, que no su gracia.
Mis respetos, Sr. Berrio.