Quien lo desee se puede quedar con que la jugada del penalti marcó el desarrollo del partido. Puede que no le falte algo de razón a quien piense así. Pero este que escribe quiere ir más allá de una jugada puntual que, dicho sea de paso, llegó como consecuencia de la endeblez de un equipo al que, sin celofán, se queda en nada.
Era un partido con efluvios de La Masía. Los dos técnicos, Sergi Barjuan y Lluis Carreras han mamado esencia barcelonista y se muestran contumaces en la forma como desean que jueguen sus equipos. La posesión de la pelota por encima de todo. Sin importar, al menos en el caso que más nos ocupa y preocupa -el Recre– las características de buena parte de los protagonistas llamados a interpretar el guión establecido.
Parecía que, tras el soplamocos del Almería, Sergi había aprendido la lección. Al menos en Valdebebas, ocho días después del partido con los almerienses, el Decano fue más un equipo de Segunda. Nunca perdió esa identidad que quiere su entrenador, pero evidenció sobre el campo otras hechuras, más acordes a las virtudes de buena parte de sus jugadores.
Al Recre le quitaron el celofán | |
Dio igual. A poco que apretó el equipo arlequinado sumó más goles, hasta ese definitivo 2-5, que si bien ser firmó con el Recre con dos hombres menos, era el resultado más o menos lógico. | |
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Ante el Sabadell, un clónico si me apuran pero con jugadores mucho más avezados y adaptados a esa forma de juego que emana Can Barça, el Recre se estrelló ante sus limitaciones. Que quedaron expuestas de forma contumaz por la enfermiza persistencia en querer jugar a lo que no se puede. Además el Recre evidenció una endeblez defensiva que debe ser estudiada. Y eso que fue castigada en menor medida por el Sabadell que, de estar certero, hubiera logrado una goleada de escándalo. Siendo ya un 2-5 un escándalo.
Desde el primer momento quedó patente que el Recre no iba a rascar bola ante un equipo mejor situado y que le buscaba las cosquillas con una enorme facilidad, superando con frecuencia la poca resistencia defensiva que oponía. El Sabadell, como cuchillo por manteca, entraba con mucha comodidad hasta las mismas barbas de Alejandro y sólo su falta de puntería impidió que cobrara ventaja desde el arranque.
Ni siquiera el golazo de Jonathan Valle cambió el decorado. La verdad es que apenas dio tiempo. A renglón seguido de ese gol que debió significar el cambio de rumbo de un partido en el que pintaban bastos, casi sin pestañear, el Sabadell encontró premio a su mejor hacer con un penalti y una expulsión.
Con todo a favor al cuadro catalán le bastó con hurgar en la herida del equipo albiazul, que por si fuera poco, él mismo se encargó de agrandar con errores de bulto que facilitaron la tarea del adversario. Que el marcador fuera 1-2 al descanso era lo mejor que le podía ocurrir a un Recre, que se encontró con el empate mediado el segundo tiempo después de que el Sabadell le hubiera perdonado en cuatro o cinco ocasiones.
Dio igual. A poco que apretó el equipo arlequinado sumó más goles, hasta ese definitivo 2-5, que si bien se firmó con el Recre con dos hombres menos, era el resultado más o menos lógico que debía imperar a tenor de lo visto. Y es que a este Recre de envoltorio vistoso le quitaron el celofán de un plumazo, y quedó desnudo al intemperie, a merced de sus carencias, que subieron exponencialmente por culpa de una única manera de jugar que más de un disgusto puede acarrear. Y es que no olvidemos que lo que ayer hizo el Sabadell, bien pudo hacerlo el Mirandés, el Murcia o el Almería. Y el que no quiera verlo es que está ciego.