20 noviembre 2024

CALLEJILLA DEL DUENDE
Aviados estamos
[Bernardo Romero]

Bernardo RomeroEstábamos absolutamente convencidos de que nunca nos recortarían salarios,de que por supuesto no se les iba a ocurrir quitarnos alguna paga extra y mucho menos la de Navidad, cuando los gastos de estas fechas redondean las cuentas de resultados de tantas y tantas pequeñas o medianas empresas. Pero nos equivocamos. Nos recortaron el sueldo no una, sino dos veces, y nos ventilaron la paga de Navidad como si tal cosa. La seguridad que teníamos en que esto no iba a ocurrir se basaba fundamentalmente en que quitar dinero de la circulación llevaría a una considerable merma en las ventas y por ende en la producción, lo cual llevaría a que las industrias tuvieran que poner a más gente en la calle, a que las pequeñas empresas o las medianas se tuvieran que arreglar con los menos empleados posibles y que en consecuencia la crisis se agravara. Pero nos equivocamos. O eso pensábamos, hasta ahora.

El señor Olivier Blanchard, economista jefe del Fondo Monetario Internacional, institución que bendijo y promovió los recortes en los países europeos con graves problemas financieros, acaba de confesar públicamente que esas recomendaciones no fueron muy afortunadas. Grecia, Portugal y España, por ejemplo, han visto como esos recortes no han hecho sino profundizar más aún en la crisis y en el déficit de cada uno de los estados que han aplicado estas medidas. En España y si la santísima Virgen no lo remedia, como decía una señora ministra muy seria ella, y no yo, que no soy creyente ni falta que me hace, el lío está montado per saecula saeculorum, amén.

Algunos gobiernos autonómicos llevan ya días y hasta semanas intentando dar marcha atrás. Está lo de adelantar la paga de Julio, lo de repartir las pagas en tres plazos y ofrecer ahora uno a los castigados funcionarios, que en un país desarollado y moderno como el nuestro, son una parte esencial en el estado del bienestar y en unas economías que como todo el mundo sabe, tiene ocupada en el sector servicios a la inmensa mayoría de la población activa. El caso es meter dinero en el bolsillo de los españoles para que crezcan las ventas, para que se mueva el mercado y para que todo este lío funcione correctamente. Para recortar debe estar la eficaz acción del estado a la hora de atajar la sangría de la evasión de capitales, para controlar el terrible hecho de que un tercio de la economía española sea sumergida, por mucho que las autoridades de eso no quieran ni oír hablar porque les da grima. También está lo de evitar el despilfarro y las estupideces de una casta política que se caracteriza, mal que nos pese, por ser eso, una casta y además por ser la mitad de ellos tontos del culo y la otra mitad unos mediocres de espanto. De momento, a ver si con las palabras del señor Blanchard reconociendo su metedura de pata, estos se enteran de una vez que ahorcando a los ciudadanos – ha aumentado el endeudamiento medio de los españoles por la necesidad de acceder a pequeños préstamos para salir adelante, para llegar a fin de mes: terrorífico – no van a sacar a España de la crisis, sino que las cuentas no van a terminar de cuadrar nunca.

Aire, aire – grita el ciudadano medio español -, aire para estos pulmones que no me dejan vivir. Pues eso, compadres. A ver si por casualidad o por el trasunto ese de la intercesión de la madre de Cristo, se les despeja a ustedes el tarro, aunque sea temporalmente, y dejan de meter la pata como el señor ese del FMI que estará el hombre, supongo, que no sabrá donde esconderse. Los españoles, o la inmensa mayoría de los españoles – los grandes capitales han aumentado ignominiosamente sus ganancias en estos años de crisis – sí que sabemos donde escondernos: debajo de la cama y con la luz apagá, comiéndonos las pelusas que podamos encontrar allí y que no son sino otras víctimas de este sinsentido político que nos gobierna desde hace muchos años, desde que la política se convirtió un refugio para todos los desertores del arado que un buen día descubrieron las criaturitas mías que eso del servicio público no es otra cosa que un modo estupendo de vivir felices y contentos.

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