Las tormentas de polvo sahariano son fenómenos meteorológicos capaces de desplazar millones de toneladas de material particulado a una distancia de miles de kilómetros, principalmente, por el Hemisferio Norte. Por su proximidad, Andalucía es una de las regiones más afectadas por estos episodios, caracterizados por ofrecer una especie de velos de colores anaranjados. Sin embargo, y más que tratarse de un hecho pintoresco, una de las cuestiones que la comunidad científica aborda con el estudio de estas tormentas, es si todo ese torrente de material termina por afectar a la salud humana, alterar la calidad del aire o a actividades como la agricultura o pesca. Se calcula que cada año se esparcen por el Hemisferio Norte cerca de 1.000 millones de toneladas de material.
La estación de Matalascañas de la Red de Calidad del Aire de la Junta de Andalucía situada en las instalaciones del CIECEM de la Universidad de Huelva, registró varios episodios de desplazamiento masivo de polvo sahariano desde el Norte de África entre el 18 y 20 de marzo de 2010. Mediante técnicas de secuenciación, analizaron el contenido del rastro de polvo que había dejado la tormenta a su paso por el Golfo de Cádiz. Tras año y medio, los investigadores de la Estación Experimental del Zaidín (CSIC) en Granada y la Universidad de Huelva, liderados por Juan Luis Ramos y Ana Sánchez de la Campa, respectivamente, determinaron por primera vez la presencia de dos tipos de bacterias, así como de material industrial como titanio, vanadio o molibedno. Estos minerales, según estudios previos, proceden de la actividad industrial del norte de África, principalmente explotaciones de fosfatos y de gas en el Norte de África.
Según, la investigadora Ana María Sánchez de la Campa ‘Han sido numerosos vista químico y mineralógico la composición de los aerosoles. Por ejemplo, se han encontrado calcita, dolomita, cuarzo, arcilla, óxidos de hierro y sulfato de calcio, entre otros. Sin embargo, los microorganismos asociados a estas masas de aire no han sido analizados en profundidad’.
El estudio revela la presencia de Firmicutes, un filo bacteriano resistente a la desecación y que pueden sobrevivir en condiciones extremas, y Proteobacterias. ‘Muchos de estos microbios transportados germinaron bajo condiciones favorables en forma de esporas, y se mostraron altamente resistentes a la luz ultravioleta, la presión atmosférica y el calor’, apuntan los investigadores en el estudio titulado Chemical and Microbiological Characterization of Atmospheric Particulate Matter during an Intense African Dust Event in Southern Spain, publicado en la revista Environmental Science and Technology.
Entre las conclusiones del trabajo es que esta tolerancia a la sequía y al calor podrían ser rasgos comunes necesarios para facilitar el transporte y la supervivencia de los microbios, y que estas características podrían abrir la puerta a nuevas actividades biotecnologicas relacionadas con procesos químicos industriales.
Por sus características físicas, las partículas de polvo reducen el tamaño de las gotas de lluvia inhiben la formación de nubes de gran desarrollo vertical generadoras de precipitaciones, favoreciendo así los procesos de sequía. Como el polvo viene cargado de hierro, sílice y sal, además de otros minerales, hongos y bacterias, puede incrementar la salinización de los suelos, y propiciar la aparición en los océanos de las denominadas mareas rojas.