Atravesar la República Islámica de Irán ha resultado muy complicado. En principio estaba previsto dedicar un par de jornadas, pero al final han sido necesarios invertir cinco días para superar los más de 2.500 kilómetros que separan Maku, situada en el norte del país junto a la frontera con Turquía, del puerto de Bandaar Abbas en el Golfo Pérsico, donde actualmente se encuentran los integrantes de la expedición Huelva-Dubái a la espera de embarcar -por fin- hacia los Emiraros Árabes Unidos. La meta está casi al alcance. Pero eso no quiere decir que no se presenten los más insospechados problemas. Hasta que te quedes sin combustible. En este caso, sin gasoil.
Aquí no valen previsiones. Te dicen que de Esfohan a Bandaar Abbas hay 800 kilómetros y resulta que son 1.300. Y puedes contar con reservas más que suficientes de gasoil y verte de pronto sin apenas diésel después de intentar repostar en cinco o seis gasolineras en las que te comunican que no tienen en sus depósitos ni un litro. Y cuentan la verdad: la evidencia se halla en la kilométrica cola de camiones que aguarda con paciencia ante cada estación de servicio la imprevisible llegada de las cisternas portadoras del maná.
Pero si el tiempo apremia hay que improvisar. Y no queda otra opción que rezar para que alguna buena persona te eche un cable. Y lo curioso es que las plegarias también funcionan. Puede ser que un iraní acerque su furgoneta a la acera y extraiga de su depósito 20 litros por medio de una goma que traspase por el mismo sistema hasta el coche en apuros.
Irán es así, una tierra de profundos contrastes. Puedes verte sorprendido por lo más bueno y lo más malo de las personas. Pero a la hora de ayudar resultaría difícil dar con gentes más generosas. Si necesitas gasoil, te entregan el suyo. Si haces un alto en un área de servicio y ven que no tienes dónde sentarte, sacan una alfombra y la extienden a tus pies. Y si estás perdido en Teherán son capaces de recorrer 30 kilómetros para indicarte la situación de tu destino. Hasta la policía actúa de esa manera. Hallar el lugar de Banddar Abbas en el que hay que entregar la documentación para adquirir los pasajes del ferry es muy dificultoso. Sin embargo, bastó con plantear el problema a un agente para que pusiera el coche patrulla en marcha y abriera paso a tres desorientados andaluces.
La actitud de la policía sorprende. Las carreteras están tomadas. Pero si bien hay agentes en todos ellos, en rara ocasión intervienen. El tráfico es un caos. A pesar de ello, se ha alcanzado Bandaar Abbas, una ciudad de dos millones de habitantes que guarda gran parecido con Huelva. Cuando se circula por la carretera que da acceso al puerto, en el que se encuentran grandes petroleros y majestuosas industrias químicas, da la impresión de transitar por la onubense avenida de Cádiz. Eso sí: hay que reconocer que Huelva está infinitamente más limpia y mejor organizad. La expedición, que hace tres días sufrió una baja debido a que uno de ellos tiene que trabajar hoy en Huelva, por lo que cogió un avión a Madrid, llega a su recta final.
Escrito por Rafael P. Unquiles en la tarde del 7 de julio en el puerto iraní de Bandaar Abbas, situado en el Golfo Pérsico, y publicado en www.abcdesevilla.es
1 comentario en «Sin gasoil en la tierra del petróleo»
Fantástico como todos los anteriores. Espero que ya en su punto de destino el viaje sea contado con más detalles. Esto merece la edición de un libro de aventuras. Suerte para don Rafael en Dubai.