El novillero onubense Emilio Silvera ha cortado las dos orejas a su primero y en el cuarto ha firmado la mejor faena de la tarde plaza de toros de Aroche. Seis novillos de Manolo González. Abel Robles, ovación y dos orejas; David Martín, oreja y oreja; Emilio Silvera, dos orejas y gran ovación. El espectáculo taurino ha tenido como motivo la feria y fiestas de Aroche.
Tremendo ha sido el alboroto que Emilio Silvera ha formado en la novillada lidiada en Aroche. Un auténtico lío. El onubense ha cortado las dos orejas a su primero y en el sexto ha cuajado la mejor faena de la tarde, una labor redonda que le hubiera valido el rabo de no ser por el manejo del descabello y la puntilla.
Pero lo importante, lo verdaderamente noticiable, lo que merece la pena contar, ha sido la dimensión mostrada por el novillero y la sensación que ha causado en el público.
Silvera ha estado en novillero toda la tarde, con la actitud que hay que exigir a quien quiere ser gente en esto. Ha estado firme, con enormes ganas, con las ideas claras y con un concepto y unas formas cada vez más depuradas, cada vez más logradas, que apuntan a torero caro.
El primero ha sido un animal complicado por el pitón derecho. Con el capote, Emilio lo ha saludado con un ramillete de verónicas de bella factura que dejaron claro que el onubense iba a por todas. Con la muleta, el trasteo ha estado construido sobre la mano izquierda, con tandas que han tenido empaque y que desde el primer momento han conectado con los tendidos merced a muletazos largos, de buen trazo y ligados. Cuando se echó la muleta a la derecha, el novillo le propinó una voltereta de la que el onubense se ha levantado aún más firme. La estocada ha resultado perfecta y el público ha pedido con fuerza las dos orejas que han ido a parar a las manos del novillero.
Al segundo, un animal que se ha dejado más que el primero, Silvera le ha cuajado un faenón de principio a fin. Una faena que ha ido de menos y más y con la que el torero se ha ganado definitivamente al público, que ha terminado completamente entregado. El onubense ha entendido a la perfección a su oponente, al que ha cuajado por los dos pitones en series de excelente trazo. El epílogo de la faena ha sido precioso, con ayudados por alto y trincherazos de mucho gusto. Auténticos carteles de toros. La intensidad y la emotividad llegaron de la mano de los molinetes, habituales en el repertorio de Silvera. Con los tendidos entusiasmados, se fue a por los aceros y recetó un soberbio estoconazo. Pero el novillo tardó en caer y el mal uso del descabello y la puntilla dejó en fortísima ovación una labor que ha sido merecedora de los máximos trofeos.
Al final del festejo, Silvera se ha marchado a hombros y el público lo ha hecho hablando de la magnífica impresión que el onubense ha dejado en Aroche que, al cabo, es lo más importante: la prometedora progresión de este joven novillero onubense.